El aprendiz de maratoniano

Historias sencillas de carreras

viernes, 8 de noviembre de 2019

La maratón previa a la maratón de Nueva York


Posiblemente, salvo por aquellos que la han corrido, sea muy poco conocido algo que hace que la maratón de NY sea aún más dura que el resto de las maratones (incluyendo el resto de Majors). Y es que antes de la maratón, hay que pasar por otra pequeña “maratón”. La salida está en Staten Island junto al Puente de Verrazano, y la organización recomienda estar en el Fort Wadsworth, junto al puente, al menos tres horas antes de que empiece la carrera. Si tenemos en cuenta que para llegar allí hay que hacerlo a través de los medios que pone a tu disposición la organización de la carrera, eso significa que te tendrás que poner en marcha, por lo menos 4 horas y media o cinco antes de la carrera (dependiendo del lugar donde estés pernoctando en Nueva York o New Jersey). Los dos medios más utilizados para llegar hasta allí, puestos a disposición por la organización son, el Ferry de Staten Island (en el sur de Manhattan) y autobuses que salen desde la Biblioteca Pública de Nueva York (en el centro de Manhattan). Voy a relatar un esquema de tiempos real (el que tuve que realizar en mis dos participaciones, en los que, en ambos casos, tenía la salida en la primera oleada a las 9h 40 minutos de la mañana).


En mi primera participación (en el 2010) opté por el Ferry de Staten Island. Aquel año yo pernoctaba en Harlem, por lo que necesitaba de más de media hora para llegar a Battery Park, lugar desde el que sale el ferry. La organización me asignó un ferry a las 5h 30 minutos, por lo que echen cuentas… Para asegurarme estar allí a esa hora, me tuve que levantar cerca de las 4.30 (más de cinco horas antes de la carrera). En mi última participación, este año 2019, opté por los autobuses. También me asignaron uno a las 5.30, por lo que, aunque mi hotel estaba a 20 minutos andando, el madrugón (en este caso a las 4.40) no me lo quitó nadie. Tanto la combinación ferry+autobús, como autobús, te dejan en el Fort Wasdworth a eso de las 6h 30 minutos de la mañana. Lo mejor de esto son las vistas que se pueden disfrutar tanto desde el ferry como desde los autobuses, a esas horas de la mañana.
Allí te esperan unas fuertes medidas de seguridad para entrar en el recinto (donde solo pueden entrar corredores y voluntarios). Lo cierto es que la organización, con miles de voluntarios y con ayuda de la policía metropolitana, lo hacen todo rápido y hay pocas colas, y en unos minutos estás dentro. A esa hora, en Staten Island, hace frío. Hace mucho frío. Lo primero que hace la mayoría de la gente, es buscar un “buen lugar” para montar un mini-campamento de espera. Allí vas a pasar un buen rato, e interesa que el lugar esté algo resguardado del aire y que la sensación térmica no sea aun peor. A medida que pasa el tiempo, los buenos lugares escasean, y se pelea por un trozo libre de césped o de suelo. Si vas acompañado, tienes la ventaja de que mientras alguien “cuida” de tus cosas, puedes explorar y ver todo lo que allí se te ofrece. Si vas solo, tienes que optar por explorar y luego aposentarte o al revés. Porqué por allí tienes varias cosas que descubrir.

El Fort, está dividido en tres “ciudades”, una para cada uno de los colores de las tres “corrientes” en las que está organizada la maratón: azul, verde y naranja. Y cada zona, tiene replicado en su interior, las mismas “atracciones”. En cada zona hay una carpa para corredores VIP, en cuyo interior, supongo, tendrán de todo lo que los populares tenemos fuera, y algo más. Fuera hay tres cosas importantes de controlar: 1) el lugar donde están los furgones donde hay que dejar la bolsa con la ropa; 2) el lugar donde están los corrales de salida, y 3) el lugar donde están los urinarios (porque con el frío que hace, seguro que lo vas a necesitar más de una vez). Además, hay distintas zonas donde se ofrecen distintos productos, de forma temática (si quieres de todo, tienes que darte una vuelta por los distintos lugares): agua, isotónicos, productos energéticos, plátanos, bagels, café y té caliente, … En un puesto ofrecían gorros de felpa para el frío. Todo patrocinado por las marcas respectivas.
Como hace mucho frío, mucha gente se acurruca en algún lugar cubierto de ropa de abrigo (desde mantas hasta sacos de dormir, pasando por material de ski de segunda mano, edredones, chaquetones viejos, … la imaginación al poder) a la espera de que lleguen los distintos “deadlines”. Hay algunos novatos que no han valorado bién la combinación tiempo de espera/frío, y lo pasan muy mal. No sobra ninguna ropa de abrigo, y lo mejor es hacerse con prendas viejas o de segunda mano que luego se pueda abandonar.

El primero de los “deadlines” es la hora a la que hay que dejar la ropa en el furgón que la va a llevar hasta la meta. En el caso de la primera oleada (9h 40 min.), el tiempo límite es las 8h 10m. A partir de ese momento, toda la ropa que te quedes, salvo la que lleves para correr, la tendrás que “donar” en los contenedores preparados al efecto. Te queda más de hora y media de mucho frío por delante. El segundo “deadline” es la hora de cierre de tu corral; en mi caso las 9h 20 min, media hora antes de la salida. Dentro del corral hay urinarios y contenedores para ropa. 15 minutos antes de la salida, se quitan los límites entre corrales y la gente se mueve hacia la línea de salida mezclándose todo el mundo. Antes de ese momento, la mayoría de la gente, se queda con la ropa que va a correr. Luego en la mismísima línea de salida, aun se tiran camisetas y sudaderas sobrantes.

Vivir esa espera, es también una gran experiencia. Miles de personas, concentradas en un mismo lugar, compartiendo el mismo sueño de correr la maratón más famosa del mundo, junto al mítico puente de Verrazano, es una experiencia que merece la pena vivir. A poco que uno se pare a observar a su alrededor, disfrutará de miles de pequeños detalles que te harán solidario con todas esas personas que comparten contigo esa experiencia casi mística. Personas que han venido de todas las partes del mundo, que hablan todas las lenguas. Frio, nervios, emoción, excitación, miedo, dudas. A la incertidumbre que provoca enfrentarse a cualquier maratón, se añade el hecho de que esta es “la maratón”, la más famosa, la que todos quieren correr. Y tú eres un privilegiado que estás allí en ese momento. Aunque la ansiedad gobierna muchos de los corazones que allí palpitan, y el frío te hace desear que el tiempo pase rápidamente, sabes que ese momento, el de los minutos previos a la gran maratón, es quizás el mejor momento del día, antes de que empiece todo. Merece la pena saborear cada instante, fotografiar con la memoria cada detalle, para que cuando todo haya pasado, y pasa muy rápido, te lleves en la mochila de la vida toda esa experiencia.

Cuando se da la salida, a las 9h 40 minutos, la mayoría de los que allí estamos, llevamos más de cinco horas levantados. Llegó el momento. Ya nos agolpamos hasta, prácticamente, la misma línea de salida. Aún quedan algunos minutos. Se hacen las presentaciones de las estrellas que van a correr. Se canta el himno del EEUU a capela. Se hace un silencio sepulcral. Suena un cañonazo y la aventura comienza. El sol ya empieza a coger altura y empieza a regalarnos destellos de calor. Y la cálida voz del neoyorkino nacido en New Jersey, posiblemente el más famoso “newyorker”, nos invita a conquistar la ciudad y nos lanza al puente de Verrazano: “I want to be a part of it, New York, New York”. Millones de personas de todo el mundo están viendo ese momento por televisión y, posiblemente muchos familiares y amigos que saben que estás allí, que eres uno de esos puntitos de color, tienen un pensamiento de ánimo. No es fácil llegar hasta allí y ahora toca correr.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Maastrich, ciudad fronteriza



Existen ciudades donde se juntan las fronteras de varios países (en Europa tenemos algunas). Son ciudades muy peculiares, porque a lo largo de la historia van amalgamando un cultura diversa y enriquecedora, donde el trasiego de personas, ideas, mercancías, … enriquece mucho la vida de los que allí habitan. A cambio tienen que pagar un cierto peaje por ser lugar de paso, pero esto es un mal menor comparado con el beneficio que implica estar en el borde de varios países. Una de esas ciudades es Maastrich, ciudad holandesa prácticamente metida en Bélgica y en Alemania, tanto que sus habitantes se sienten ciudadanos de la llamada euroregión Mosa-Rin (Maastrich-Aachen-Lieja-Hasselt). Es una ciudad que recuerda poco a las típicas ciudades holandesas del norte, llenas de canales que los hacen característicos de las ciudades de Holanda. Lo que si tiene es un gran río, el Mosa (Maas, en holandés, que da nombre a la ciudad “Cruce del Mosa”). Maastrich entró en nuestras vidas cuando en 1992 se firmó allí el Tratado de la Unión Europea. Ese año, esta pequeña ciudad de menos de 200.000 habitantes pasó a la historia del siglo XX.

 ¿Por dónde correr en Maastrich?. Como en todas las ciudades con río, esta es la primera y mejor opción. Hay un pequeño parque al sur, que se queda muy pequeño, y el centro histórico, muy bonito, se queda también corto para un buen entrenamiento. Pero como siempre en estas ciudades, el río sale en nuestra ayuda. Es un río grande, con riveras preparadas para andar o correr durante kilómetros y numerosos puentes que unen ambos lados.



miércoles, 19 de junio de 2019

Tunja, Boyacá, Colombia


Viajé a Colombia por primera vez en 1995, precisamente a Tunja, capital de Boyacá. Y descubrí un país imprescindible. Hoy, después de otros muchos viajes y ciudades colombianas, lo sigo pensando. Es posible que Colombia sea de los países del mundo al que más daño hacen los estereotipos, que desaparecen cuando uno lo conoce. Es un país de muchos contrastes, tanto en clima como en paisajes. Al estar cerca del Ecuador, no hay estaciones marcadas, por lo que casi todo el año hace la misma temperatura, que puede oscilar en muy pocos kilómetros, en función de la altura, desde los pocos grados de Tunja, a los más de treinta de Cartagena. En esta ocasión, vuelvo a Tunja a participar en un seminario de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Plaza de Tunja

Tunja está casi a tres mil metros de altura y es la capital de Boyacá. Es esta una región poco conocida para el turismo internacional, siendo como es una auténtica joya. Con un paisaje verde y frondoso, en Boyacá se escribieron las páginas más gloriosas (desde el punto de vista criollo, aunque hubo gloria para todos) de la guerra de la independencia. Allí está el Puente de Boyacá, que recuerda  la victoria de los independentistas el 7 de agosto de 1819, en la conocida como batalla de Boyacá, con la que se consiguió la independencia de Colombia. Muy cerca está el pantano de Vargas, escenario de otra memorable batalla que se conmemora con un monumento dedicado a los lanceros que propiciaron la victoria. Pero en Boyacá hay parajes de enorme belleza, como el lago de Tota, con playas de arena blanca a 3000 metros de altura. Y pueblos preciosos, como Raquira, con sus tiendas de artesanía, Villa de Leyva y su arquitectura colonial que recuerda a tantos pueblos de España, o Paipa, con sus aguas termales. Boyacá también esconde una gastronomía importante (¡Ay, esas arepas boyacenses!) y, dicen ellos, el mejor clima del mundo. Si los colombianos son amables, acogedores y cálidos, los boyacenses no lo son menos, haciendo muy hospitalaria la visita de los foráneos. Al igual que Eldoret, en Kenia, es la meca de los corredores, Boyacá podría considerarse la meca de los ciclistas. Con bastante orografía montañosa, y semejante altura, es el lugar ideal para entrenar en bici.
Cerca de Raquira

Tunja es una ciudad con cuestas, como San Francisco (salvando las distancias). Es increíble que menos de 40 años después del descubrimiento de América, se fundara allí una ciudad (el rango de ciudad se lo concedió Carlos V casi inmediatamente) que en su día fuera capital de una de las mayores regiones del Reino de España en América. En Tunja se mantienen algunas de las casas coloniales más antiguas y mejor conservadas de toda América.
Pero vayamos al tema. Correr por Tunja no es fácil. Hay muchas cuestas y poco oxígeno. Tuve la suerte de que mi anfitriona académica, la profesora Sara Barroso, me hiciera de liebre durante unos kilómetros por una zona de la ciudad plana, por la que poder correr sin echar tanto en falta el oxígeno. Apenas uno trata de hacer algún esfuerzo, nota la falta de oxígeno. Eran las siete de la mañana y la temperatura perfecta (18 ºC).  Se nota, al respirar, que la bocanada de aire no te sacia. Y eso te provoca más cansancio. Trotamos durante casi una hora por la Avenida Universitaria por un recorrido prácticamente plano, hasta que llegamos a “Green Hils”, donde el camino empezó a coger pendiente. Y hasta allí llegamos, bastante exhaustos, cansados y sudando copiosamente pese a que el ambiente es bastante seco, y nos dimos la vuelta. Correr en altura es toda una experiencia y la pena es que no pudiera repetirla más días. Y fue un placer correr con Sara por su tierra boyacense. Dejé Colombia con más glóbulos rojos que me durarán un tiempo y algunos amigos más que lo serán para siempre.

martes, 16 de abril de 2019

¿Cómo se puede conseguir un dorsal para una Major?

Aquí va mi pequeña “guía para correr una “Major”.
Para conseguir un dorsal para una “Major” hay que concurrir en cualquiera de las siguientes opciones:
1   1) Ser un “super V.I.P.”. ¡Pero un VIP muy VIP!, no cualquier cosa. Por ejemplo ser Rey o Príncipe, Primer Ministro o Ministro, multimillonario famoso, superestrella del cine o del pop, un super chef de fama mundial,… Entonces, a través de los respectivos gabinetes o “assistants”, esta gente consigue un dorsal. Como la mayoría de vosotros, los que estáis leyendo esto, no concurrís en la circunstancia de ser “super VIP”, os recomiendo continuar leyendo.
2   2) Ser un atleta de élite. Le tienes que decir a tu manager o representante que te lo gestione. Si eres de “super-elite”, además, irás invitado y cobrando un fijo, e incluso te pueden contratar de liebre. Si no eres un super VIP o un atleta de elite, pasa al siguiente número.
3   3)  Pagando a una agencia de viajes especializada. En todos los países, existen agencias de viajes que ofrecen el viaje y la estancia, incluyendo el dorsal, para correr todas las “Majors”. Eso sí, sale por una pasta. A través de la agencia se paga “el paquete completo”: dorsal, viaje, hotel, traslados,… Si es el sueño de tu vida y quieres asegurarte correr, por ejemplo en Nueva York, aflojando varios miles de euros puedes hacerlo. Es fácil encontrar las agencias, tanto en las web de las maratones como por cualquier buscador.
4   4)    Tener suerte en el sorteo. Cinco de las seis “Majors” tienen un sistema de sorteo (todas menos Boston). Pero es, nunca mejor dicho, una lotería. Normalmente con una ratio no inferior de 10 solicitantes por cada dorsal. En tiempos, el sorteo de Nueva York exigía el pago de una cuota y si perseverabas cuatro años, tenías garantizado el dorsal. Eso ha desaparecido. En Londres hay un sorteo restringido (mejor) para los habitantes del Reino Unido (se merecen irse de la UE) y otro para “overseas” (resto del mundo) mucho más difícil. En Berlin, te puedes apuntar a un sorteo individual o “por equipos”, por si tienes la seguridad de ir con amigos. Antes Berlin y Chicago funcionaban en modo “first arrive, first service”, vamos que el día que se abría la inscripción se colapsaban los servidores. Después de serios problemas hace unos años, decidieron ir al método del sorteo.
5   5)    Correr por una ONG (“run for charity”). No vale cualquier ONG, solo las “oficiales” para cada maratón. Si eres capaz de recaudar una cierta cantidad de dinero para la ONG que elijas, tienes derecho a un dorsal. No suele ser una cantidad despreciable, por lo que si quieres optar a esta modalidad, tendrás que esforzarte mucho, hacer una gran campaña entre amigos y familiares, y esperar a que la gente se rasque el bolsillo. Normalmente si se consigue llegar a la Maratón, las personas que acceden de esta manera suelen correr con una camiseta corporativa de la ONG. Algunas multinacionales consiguen mediante esta vía un buen número de dorsales que luego distribuyen entre sus empleados (mayoritariamente altos directivos), desconozco con qué criterio. Por ejemplo, Telefónica manda todos los años a un tropel a correr Nueva York, todos con una camiseta que además del logo corporativo lleva algún mensaje vinculado a una causa solidaria. Cuando participé en  la Maratón de Nueva York, como ya he contado, corrí algunos kilómetros con un directivo de Telefónica que consiguió su dorsal por esta vía y al que además le pusieron una liebre de lujo (un maratoniano de élite español).
6   6)    Correr por garantizar una marca previa en una maratón “homologada”. A esto se le llama en la maratón de Londres “good for ages”. Entrando en un buscador con “qualifying times for ….” Se accede con facilidad a las tablas de tiempos que se exigen, con tiempos exigidos distintos por bloques de edad y por sexo (y que pueden cambiar de un año a otro). A día de hoy, la más dura es la de Berlín (casi exigen tiempos “de elite”), seguido por Londres, Nueva York, Boston y Chicago (es la última en abrir esta posibilidad). La Maratón de Tokio no tiene, de momento, esta posibilidad (hay una categoría que llaman de “semi-elite”, muy dura). Para Nueva York se puede conseguir ir con marca de madia-maratón, menos exigente que la de Maratón. Es un poco vergonzoso, y dice mucho de lo que es el Reino Unido, que para la Maratón de Londres solo pueden cualificar por tiempos las personas “que viven” (y puedan demostrarlo) en el Reino Unido. Dan ganas de mandarles… al brexit.

También hay oportunidades para corredores con alguna discapacidad, que ven por otras vías…
Espero haya sido de ayuda.

sábado, 6 de abril de 2019

El Marruecos mágico


Dia 1

La Koutubia
Entrada del laberinto
Volver a Marrakech es volver a sentir, en mi caso, los aromas y esencias de mi infancia, donde crecí entre el olor del batbout recién hecho y el sabor de las especias morunas que condimentan prácticamente todo lo que se cocina. Llegar de noche a Marrakech es sentir la agitación de una ciudad que empieza a recogerse antes de que la oscuridad lo envuelva casi todo. Animales con carga, pequeñas motos y otros vehículos van de aquí para allá, también entre las callejuelas del bazar, para llegar a casa y prepararse para la siguiente jornada. Nosotros (el grupo de amigos que emprendemos esta andadura) nos dirigimos por ese laberinto a nuestro Riad, siguiendo de cerca a nuestras maletas, cargadas en un trasportín. 
Al principio haces el esfuerzo de tratar de mantener referencias, por si tuvieras que salir de allí por tus medios, pero después de varios giros te das cuenta que solo los habitantes del bazar pueden moverse por allí con la confianza que da no perderse. Yo ya iba pensando en cómo me las arreglaría la mañana siguiente cuando saliera a correr antes del amanecer.

Kasbah de Ait Benhaddou
Y pasadas unas horas, allí estábamos mi amigo Alfonso  y yo  con las zapatillas, dispuestos a visitar Marrakech corriendo. Desde que pones un pie en el laberinto, sientes la inquietud de que puedes perderte. De que vas a perderte. Después de cada giro, tratas de memorizar un mapa en tu cabeza que te permita volver a casa seguro. En unos minutos salimos de allí para concurrir a avenidas más amplias que nos llevaron a la plaza Djeema el Fna, que ya estaba desperezándose. Aún no había sacamuelas, ni encantadores de serpientes, pero toda una caterva de personajes pululaban por allí buscando su lugar en ese increíble ecosistema. Y desde allí, se alcanza a ver la magnífica Koutubia, hermana pequeña y más austera que la Giralda. A lo largo de nuestra carrera pudimos ver el reflejo del amanecer en una de las caras de la extraordinaria torre, con el duende especial que siempre tiene una alborada en un lugar tan exótico.

Gargantas del Todra
 Después de unos kilómetros donde disfrutamos de la exclusividad de muchas calles, había que encontrar la entrada correcta del laberinto. Habíamos memorizado el trazado del riad hasta la salida del laberinto, pero errar en la entrada puede suponer estar perdido durante muchos minutos. De noche todos los gatos son pardos, y de noche habíamos salido de allí. Después de varios intentos, por fin encontramos la entrada, y felizmente llegamos al Riad, donde nos ganamos un generoso desayuno bereber.
 Dia 2
Después de un bonito paseo por Marrakech, nos dirigimos en coche hacia el sur, hacia un lugar mágico: la Kasbah de Ait Benhaddou, lugar Patrimonio de la Humanidad. Pero antes hay que cruzar el Atlas pasando por diversos paisajes, de gran belleza. Llegamos prácticamente de noche, en penumbra. Íbamos a alojarnos en la misma Kasbah, para lo cual hay que cruzar el río Asif Ounila. Ver, detrás del río, las impresionantes torres de la Kasbah, en penumbra, levantadas en medio de la nada, sin apenas una luz artificial, y bajo un cielo totalmente raso y lleno de estrellas es, posiblemente, una de las imágenes que nunca olvidaré en mi vida. Acercarte de noche a ese castillo de arena (consolidada en forma adobe, pero al cabo arena), sobrecoge y te devuelve de pronto tu herencia genética que te hace desconfiar de la noche y buscar asilo entre paredes protectoras.  En la Kasbah no hay luz eléctrica en los alojamientos de adobe, y la luz de las velas proyectándose en las pequeñas bóvedas de los habitáculos en los que íbamos a dormir, nos traslada de golpe a épocas donde a nadie le preocupaba dónde se puede cargar la batería de un teléfono móvil. Esa cena a la luz de las velas y esa visión desde la terraza del cielo estrellado será muy difícil de olvidar.
Lago Dayet Sri
Había que salir a correr antes de que amaneciera. Y así lo hicimos Alfonso y yo.  Cuidando nuestros tobillos mientras cruzábamos sobre guijarros las riberas del río, y el propio rio, para correr unos kilómetros por aquellos parajes. Volvimos con el amanecer cubriendo de luz la Kasbah, y la visión que habíamos tenido la noche anterior, la reemplazamos por otra donde ahora el oscuro espectro que recortaba el cielo se convirtió en fabuloso castillo rojo iluminado por un tímido sol que aparecía en el horizonte para descubrirnos esta maravilla hecha por el hombre.

Ahora se comprende cómo tantos directores de cine durante tantos años, han elegido este entorno para rodar películas como Lawrence de Arabia, La Momia, Jesus de Nazareth, Gladiator, Juego de tronos y Alejandro Magno entre tantas otras.
Con la nostalgia de dejar un lugar único, iniciamos viaje hacia el desierto, en Merzouga. Pero antes visitamos la Kasbah de Ouarzazate (donde un simpático bereber desdentado que se llama Idris nos hizo muy amena la visita, ilustrándonos además de una gran sabiduría popular: “la prisa mata y la pachorra remata”; grande Idris) y los estudios de cine donde se conservan muchos decorados de películas ya clásicas.
El camino es largo, pero el cambiante paisaje permite llenar la mochila de sensaciones con numerosas escenas  que nos nutren la imaginación y nos permiten reemplazar problemas por sueños. Y en ese camino nos encontramos de nuevo otro enclave espectacular: las gargantas del Todra y el palmeral de Tinehir. Kilómetros  y kilómetros de palmeras, antes de llegar al gran cañon de Todra. Sencillamente espectacular. Un cañón que se visita desde el cauce del río, entre paredes de más de cien metros de altura y totalmente verticales. Nuestro viaje no deja de sorprendernos, en cada momento, con imágenes cada vez más impactantes y únicas.

Día 3
Después de un buen paseo por las gargantas del Todra, nos dirigimos, ahora si, al desierto de Merzouga. En un tramo del camino, cerca y del destino final atravesamos un pueblo (¿Erfoud?¿Risani?) donde la tradición islámica parece haber tomado una gran fuerza y no se veía una mujer por la calle sin ir totalmente cubierta de una túnica negra que apenas permitía ver los ojos. Con la noche caída y después de atravesar una pista de varios kilómetros, llegamos al hotel-Riad Bahía, anclado al borde de las dunas. Allí, después de cenar, volvimos a disfrutar del espectáculo de un cielo estrellado, visto desde la dunas del desierto en medio de una oscuridad total, algo que los que vivimos en una gran ciudad no tenemos muchas oportunidades de experimentar.


A la mañana siguiente, era obligatorio correr por el desierto y ver amanecer. Para ello Alfonso y yo aprovechamos la pista de arena pisada que unía la carretera con el Riad, de varios kilómetros. En un ambiente más húmedo y fresco de lo que esperábamos, corrimos casi en medio de la nada, tan solo interrumpida por algún que otro proyecto de Riad y algún enclave que servía de corral de dromedarios. 

Macacos en el bosque de Cedros en Ifrane
Cuando salimos del Riad y nos adentramos por la pista que transcurre entre las dunas, pensábamos que era difícil perderse. Craso error. Un desvío de unos pocos grados en el trazado de vuelta, pueden llevarte a kilómetros de distancia. Gracias a que pudimos seguir nuestras propias huellas, a la vuelta, pudimos llegar sin problemas. Y otra vez nos regalamos con un amanecer único.

Mercado en Fez
Pasamos el día en el entorno de Merzouga con una excursión en 4x4 que nos llevó a un oasis, donde en medio del desierto se cultivan todo tipo de hortalizas y también al Lago Dayet Sri, que proporciona otro bonito contraste con las dunas anaranjadas. En el lago tuvimos la ocasión de ver flamencos, los mismos que, posiblemente, pasen el verano en las Tablas de Daimiel. Comimos un fantástico pollo a la moruna en un pequeño poblado donde un grupo bereber nos “amenizó” con unos cánticos y danzas locales.
 Dia 4
Al avanzar la tarde volvimos al Riad, donde en sus inmediaciones nos tenían preparado otro de los momentos inolvidables del viaje. En tan solo tres días, ya almacenábamos una inmensa cantidad de experiencias únicas, tantas que parecía imposible abordar algo nuevo que superara o igualara ese cúmulo de experiencias vividas. Pero allí estaban, a las 6 de la tarde, con un cielo totalmente despejado, un buen grupo de dromedarios junto sus camelleros, dispuestos a darnos un buen paseo por las dunas del desierto.

Riad en Fez
Superado el recelo que supone subir a un animal tan alto y de reacciones aparentemente tan inesperadas, allí nos encaramamos con el mejor de los espíritus, y dispuestos a adentrarnos en las dunas de Merzouga. Al principio aferrados a la montura, pero poco a poco, con la confianza que da la poca experiencia que vas desarrollando en el papel de jinete de dromedario, soltándonos y disfrutando del paseo entre esas inolvidables dunas de color naranja y de arena finísima. En un determinado momento, después de más de media hora de travesía, desmontamos para poner pie en arena, y desde allí subir a la parte más alta de las dunas que nos rodeaban. Fue una experiencia costosa, ya que escalar sobre arena fina más de 100 metros supone un considerable esfuerzo, pero llegar a cima nos dio, una vez más, un regalo a la vista difícil de olvidar. Ver el sol cayendo entre el infinito de arena, en contraste con un cielo limpio y raso. Otra imagen increíble para almacenar en el recuerdo.


Madrasa
Al día siguiente, cambiamos la carrera para ver el amanecer desde las dunas.
Dejamos atrás el desierto, con cierta nostalgia por dejar atrás tanta belleza, pero el camino hacia nuestro último destino era largo. Al final del día debíamos llegar a la ciudad santa de Fez. Y otra vez en el camino, los paisajes, los contrastes. Otra vez cruzamos el Atlas, donde nos encontramos el bosque de Ifrane, bosque de Cedros y poblado de macacos que se acercan a la carretera para buscar comida. Otra vez nos sorprende Marruecos con un paisaje más propio del Tirol, especialmente al llegar a la ciudad, donde las casas parecen sacadas de una montaña centroeuropea y donde encontramos una estación de ski.
Y aun nos queda conocer Fez.

Dia 5

Fez, desde Les Merinides
Llegamos a Fez, también, anocheciendo. Después de unos días en los que nos hemos movido por un entorno más que rural, se hace algo raro entrar en una gran ciudad. Callejeando hasta llegar cerca del Riad, se vislumbra una ciudad especial. Nos dejan, igual que en Marrakech, en una calle medianamente ancha por no poder acceder a la calle peatonal donde se encuentra nuestro alojamiento. Por el camino, el bullicio de un mercado que me lleva otra vez al mercado de Nador cuando yo era un niño: fritangas, animales vivos, ropa, cacharros,… y una mezquita, y en medio del caos, desde una puerta que no deja entrever nada, y al más puro estilo árabe, un Riad con un patio enorme precioso.
Entrada palacio real
A la mañana siguiente, antes de sumergirnos en Fez, Alfonso y yo recorrimos una parte de la ciudad corriendo. Y vimos, por quinta vez, amanecer en Marruecos. Esta vez desde la Avenida Les Merinides, donde hay un mirador desde el que disfrutar de una de las mejores vistas de la ciudad. Bordeando el Palacio Real, cosas de Marruecos, una banda de perros asilvestrados, que campaban en un pequeño parque, se me tiraron con ánimo de morderme. Todo acabó en susto, y llegamos al Riad sanos y salvos.
En nuestro último día en Marruecos, visitamos parte de  Fez, la ciudad santa. Los curtidores, la medina (más grande de Marruecos), el barrio judío, una madrasa,… lo hicimos con la sensación del que saborea la parte final de un dulce que se acaba... Fez, fue el broche de oro de un viaje fantástico, donde todo fue perfecto y del que será difícil olvidar tantos grandes momentos.

sábado, 9 de marzo de 2019

Ser maratoniano...


… es saber que por muy duro sea el camino, vas a poder andarlo.
… es forjar tu carácter para aprender a sufrir cuando la cabeza te recomienda abandonar. Y cuando el cuerpo te dice que es imposible seguir.
… es  acostumbrarte a la disciplina como rutina de vida.
… es compartir el camino con muchos que tienen tu misma meta, sin considerar que llegar al mismo sitio significa competir contra ellos. Te enseña que la mejor manera de superarte es competir contra ti, no contra los demás.
… te enseña que aunque puedas correr solo, siempre es mejor correr acompañado.
… te enseña que siempre hay que beber cuando se puede beber y comer cuando se puede comer.
… te enseña que hay que saber usar tus recursos con precaución, porque si te dejas llevar por la euforia lo puedes perder todo.
… te enseña a desconfiar de los caminos fáciles, porque sabes que el camino es largo y las condiciones del camino siempre pueden cambiar. También te enseña que no hay caminos que no se puedan superar.
… de enseña que tanto te esfuerzas tanto vales, que tanto inviertes tanto recibes. Te confirma que en la vida nada sale gratis.
…te permite experimentar la satisfacción y felicidad de llegar a la meta, y esas sensaciones te afirman en la necesidad de ponerte nuevas metas más difíciles. Y eso te ayuda a superarte.
… te enseña que la vida puede darte momentos buenos, de euforia, de felicidad, o malos, de depresión, de desesperación,…  pero que si sigues en el camino esforzándote, corriendo, paso tras paso, no importa tu estado de ánimo, llegarás, y al llegar serás feliz.
… te enseña a no hacer caso a los que tratan de desanimarte para que no sigas, porque sabes que si sigues, llegas. También te enseña a valorar a los que te animan a seguir.
… te enseña que la improvisación no es amiga del éxito y que programar bien es la mejor clave para llegar bien.
… te enseña a ser humilde, porque siempre hay gente más rápida que tu, mejor que tu. Te enseña a ser orgulloso por ser capaz de vencer la adversidad de un reto.
… te ayuda a aprender a fracasar, porque sabes que lo que has aprendido del fracaso te ayudará a superar el siguiente reto.
… te enseña lo que es el compromiso, con un proyecto, con un reto.
… es creer en la cultura del esfuerzo.
… es un estilo de vida.
La vida es como una maratón, por tanto, ¿qué mejor manera de aprender a vivir que siendo maratoniano?

viernes, 22 de febrero de 2019

Maratón de Sevilla 2019. Una pequeña crónica de un gran sufrimiento.

Alfonso y yo con el gran Martín Fiz en la Feria del Corredor

La maratón nunca engaña. Es una compañera fiel que siempre te da algo y que nunca te defrauda. Hay muchas cosas inmutables en una maratón. Los que corremos maratones (todavía después de muchos años no me atrevo a auto-llamarme “maratoniano” por respeto a muchos que sí lo son) sabemos, y nos suena a tópico, que tanto entrenas, tanto te da la maratón. También sabemos que en una maratón siempre se sufre. Quien no sufre, es que no ha corrido la maratón; a lo mejor “se ha desplazado corriendo” durante 42,195 km, pero no ha corrido la maratón. La cuestión es cuanto se sufre. Si has entrenado suficiente, y además corres al ritmo que debes correr, y te has alimentado correctamente, has descansado suficiente, te has hidratado bien, las condiciones ambientales son propicias, y además tienes un buen día, entonces, y solo entonces, sufres poco. Vamos que empiezas a sufrir cuando te quedan pocos kilómetros. Si, como fue mi caso el pasado domingo en Sevilla, no has entrenado suficiente; si sales a un ritmo un poco por encima de lo que mereces; si tienes alguna urgencia imprevista (en mi caso sobrevenida en el km 17 de carrera y solventada gracias a un gran seto que separaba el curso de la carrera del Guadalquivir, que me permitió no sin cierto desasosiego dejar un gran recuerdo en Sevilla); si además hay un buen porcentaje de humedad en el aire haciendo que la eficiencia al respirar disminuya, entonces puedes sufrir mucho y durante muchos kilómetros. Y como la maratón es fiel a sus principios, quien la hace, la paga, y yo sufrí mucho y durante muchos kilómetros.

Felices después de dejar de sufrir...

Al menos hay que agradecer al nuevo trazado (que estrenamos) de la Maratón de Sevilla, que además de llano, es bastante más bonito que el antiguo. En este nuevo trazado, se corren algunos kilómetros por la isla de la Cartuja (donde parece –plagio un comentario de mi amigo Alfonso- que ha caído una bomba de neutrones), algunos kilómetros fuera del Sevilla monumental, pero se pasa por todos los sitios emblemáticos de la ciudad, incluyendo la torre del Oro, la Maestranza, la Plaza de España, la Catedral, la Macarena y, cómo no, el estadio Benito Villamarín, viva er Beti manque pierda. Y muchos sevillanos animando, lo cual se agradece. Y la Maratón es Maratón, vamos que solo corremos personas que afrontamos el reto de los 42,195 km, no la pantomima de Madrid y otros sitios, donde algo tan serio se convierte en una feria de imagen con gente tan contenta que corretea 10 kilómetros o  media maratón (lo que es una falta total de respeto por la Maratón). Sevilla se ha ganado a pulso la categoría ORO de la IAAF. Hay una buena feria, una buena organización, buenos avituallamientos, buen recorrido,… y voluntarios amables que te sonríen cuando te colocan la medalla de “finisher”.

¡Pero cómo sufrí!

(PS: Mi amigo Alfonso, con el que corrí los primeros 17 km, también sufrió mucho; y por el tiempo que hizo mi también amigo Emilio, también debió sufrir lo suyo; la humedad no debe ser buena para los que vivimos en secano…)

Maratones que he corrido

  • Maratón de Madrid: 2004 (3h 58m), 2005(3h 56m 42s), 2006(4h 15m 34s), 2007 (4h 06m 49s), 2009 (3h 40m 20s), 2012 (3h 19m 36s), 2013 (3h 13m 59s), 2014 (3h 40m 58s), 2015 (3h 19m 33s), 2017 (3h 58m 12s), 2018 (3h 45m 4s), 2019 (4h 6m), 2021 (4h 11m 56s), 2022 (4h 8m), 2023 (4h 11m 51s)
  • Maratón de Donosti: 2007 (4h 4m 52s), 2017 (3h 38m 40s)
  • Maratón de Toral de los Vados: 2008 (4h 11 m 16s)
  • Maratón de Marrakech: 2009 (3h 58m 4s)
  • Maratón de Oporto: 2009 (3h 30m 34s)
  • Maratón de Zaragoza: 2009 (3h 56m 32s)
  • Maratón de Sevilla: 2010 (3h 47m 27s), 2019 (3h 50m 13s)
  • Maratón de Boston: 2010 (3h 29m)
  • Maratón de Nueva York: 2010 (3h 28m 38s), 2019 (3h 55m 38s)
  • Maratón de Málaga: 2010 (3h 52m 16s)
  • Maratón de París: 2011 (3h 29m 43s)
  • Maratón de Berlín: 2011 (3h 23m 28s), 2022 (4h 5m 40s)
  • Maratón de Castellón: 2011 (3h 20m 14s)
  • Maratón Misteriosa (Tres Casas, Segovia), 2013 (3h 54m)
  • Maratón de Chicago: 2013 (3h 25m 37s)
  • Maratón de Londres: 2014 (3h 27m 58s), 2016 (4h 1m 18s)
  • Maratón de Amsterdam: 2014 (3h 28m 6s)
  • Maratón de Lisboa: 2015 (3h 34m 56s)
  • Maratón de Valencia: 2016 (3h 40m 32s)
  • Maratón de Tokio: 2017 (3h 39m 38s)
  • Maratón nocturna de Bilbao: 2018 (3h 44m 32s)
  • Maratón de Valdebebas: 2020 (4h 01m 49s), 2021 (4h 20 min.)
  • Maratón de Polvoranca: 2021 (4h 39m 25s)

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