El aprendiz de maratoniano

Historias sencillas de carreras

lunes, 20 de octubre de 2014

Maratón de Amsterdam, el valor del grupo

Todas las maratones tienen algo especial, la maratón de Ámsterdam, también. Pero esta vez lo especial no ha sido la ciudad (que lo es), o la carrera, o la organización,... Esta vez lo especial ha sido la compañía.
Ámsterdam es una de esas ciudades especiales, que se deben visitar alguna vez en la vida, porque además de innumerables lugares de interés, posee peculiaridades que la hacen distinta a ninguna otra ciudad en el mundo. Además de una historia reciente, vinculada a la Segunda Guerra Mundial, que de alguna manera marcó el carácter posterior de la ciudad y sus habitantes, convirtiéndoles en tolerantes y abiertos al mundo, Ámsterdam posee dos barrios que podrían considerase únicos en Europa: el barrio rojo y el barrio verde. Ambos, aunque parcialmente localizados en zonas concretas de la ciudad, son barrios virtuales que cubren toda la metrópoli, extendiéndose por muchos lugares. El peculiar barrio rojo, donde las prostitutas se exhiben en escaparates ejerciendo una profesión que aquí es totalmente legal y amparada, y el barrio verde que agrupa a los llamados "coffe-shops", donde se puede consumir y comprar todas las variantes del cannabis. Ambos barrios marcan, para bien o para mal, el perfil de la ciudad que alberga la mayor colección del mundo de cuadros de Van Gogh y la casa de Ana Frank, por mencionar otras dos singularidades mucho más relevantes para el resto del mundo, y sin embargo infinitamente menos conocidas. Pero Ámsterdam es, además, la ciudad de las bicicletas, las flores, los diamantes,... Una ciudad con mil facetas, cada una de ellas interesante, pero apantalladas por los colores rojo y verde.

Es de esperar que una ciudad así, que además es totalmente plana, albergue una gran maratón, como así certifica la federación internacional de atletismo, considerando la Maratón de Amsterdam dentro de su categoría de carreras  de "Oro". Pero he de confesar que la Maratón de Amsterdam me ha defraudado. La organización tiene numerosos puntos mejorables (por ser prudentes). Gestión de ropero discreta, servicio de fisioterapeutas mal promocionado y señalado, acceso a corrales totalmente infra-dimensionado provocando la acumulación de miles de corredores tratando de acceder con mucha dificultad, avituallamientos mal organizados y escasos,... No existe bolsa del corredor, ni antes ni después (en meta una bebida isotónica, un vaso de agua, medio plátano y dos gajos de naranja). Feria pasable, pero con ausencias notables. Camiseta de 'finisher' de buen nivel, pero exageradamente pintada con marcas de patrocinadores (cuando quien patrocinan la camiseta somos los corredores pagándola aparte de la inscripción; vamos, doble o triple patrocinio). En la carrera no hay liebres con globos por tiempos, y servicio médico poco visible,... En fin, carrera muy mejorable desde el punto de vista de su organización.

Si repasamos el recorrido, en gran parte transcurre fuera del centro de la ciudad, llevando muchos kilómetros por zonas donde no hay viviendas. Lo que puede ser muy bonito para una tirada larga, se hace inmensamente aburrido en una maratón, especialmente si apenas hay público a los lados de la carrera. Y en las zonas más urbanas, poco público y de escaso entusiasmo. Público que se limita a animar a sus conocidos y que prácticamente ignora al resto de corredores. Por supuesto con excepciones, me temo que vinculadas a turistas y familiares de corredores. Eso sí, la salida y entrada al estadio olímpico, un privilegio, y algunas de las zonas naturales que se recorren, de una belleza incuestionable.
Por lo que se refiere a mi carrera, peor de lo planificado, pero mejor de lo esperado. Cuando preparé esta Maratón, pensé en hacer una buena marca personal, pero una contractura en el gemelo izquierdo dos semanas y media antes de la carrera, pusieron en riesgo que incluso pudiera correrla. Diez días parado y dos sesiones magistrales de mi fisio de cabecera (Adrián), permitieron que pudiera estar en la línea de salida, pero con muchas dudas. Dudas que fui disipando durante la carrera, aunque me llevaron a unos últimos 14 kilómetros con mucho sufrimiento. Al final cayó mucho el ritmo y entré con 8 minutos por encima de lo planificado, que dadas las circunstancias, es para darse con un canto en los dientes.

Pero vayamos a lo mejor de la carrera: la compañía. Fuimos a Amsterdam a correr un grupo importante de compañeros (y amigos) del grupo de entrenamiento de la Universidad. Algunos a correr Maratón (Carlos, Grego, Jose, Antonio, Fernando y yo mismo), otros a correr Media Maratón (Araceli, Laura, Pepa, Carolina) y otros, como Jorge y Jesús, lesionados, a animarnos y acompañarnos. También contamos con nuestras familias que con su apoyo y compañía han hecho que este fin de semana sea difícil de igualar. Es emocionante sentirse en una experiencia individual (cada uno corre con sus piernas), pero colectiva (en un evento de miles de personas), totalmente arropado por  amigos que viven como tú la experiencia, y por parejas que además de su cariño ponen su convicción en nosotros. En mi caso, los 27 kilómetros que corrí con Fernando,  los metros que corrieron a mi lado Jorge y Jesús (pasado el kilómetro 32, cuando las sombras de la desesperación aparecen) y  los ánimos de Laura, Pepa, Carolina y sus familias tuvieron mucho que ver con el resultado de mi carrera. Cuando al girar la última curva antes de entrar al estadio olímpico vi a Carol, Pepa, Fernando, Irene,... gritando mi nombre, en mitad del dolor que se siente en los últimos kilómetros y a falta de pocos metros para completar la Maratón, no pude reprimir un gran sentimiento de gratitud y lloré como cuando lloré al acabar mi primera maratón. Cuando al entrar al estadio olímpico y me encontré,  a mi mujer Ana y a mi amiga Rubi apoyándome desde la grada,  el sentimiento de felicidad fue completo. Lo había vuelto a conseguir, esta vez con la ayuda de un gran equipo donde todos cuidan de todos y todos se preocupan por todos.  Y con el apoyo en la distancia de los que no pudieron viajar (Edu, Emilio, David,...) que nos siguieron y enviaron todo su apoyo desde Madrid. Un gran equipo.


Como en todas las proezas deportivas, hubo luces y sombras. Las chicas estuvieron todas soberbias: Araceli, Carolina, Laura, Pepa. Pese al peor tiempo que tuvieron durante su recorrido, se vinieron arriba haciendo unas carreras fantásticas. Jorge y Jesús, enormes, incansables, acompañándonos a todos, y empujándonos hacia delante. Jesús, después, se hizo la media maratón estando lesionado; impresionante. El resto de chicos (quitando a Grego que entró en meta con su niña en brazos y contento con su marca, y Rubén, un amigo de Jose que hemos adoptado, que hizo su mejor marca) de alguna manera nos encontramos de frente con la peor cara del maratón. Jose, tan exigente consigo mismo, desesperado al no poder mantener el ritmo, casi abandona (Jose, habrá otras maratones -que no se entere Rubi-, donde podrás demostrar otra vez  tu inmenso talento en esto de correr). Carlos, con lo poco que había entrenado, acabó, como siempre, dándolo todo. Fernando se me quedó clavado en el 27 (como siento que no pudiéramos acabar juntos con un gran abrazo). Pero todos pendiente de todos, de sus tiempos, de su esfuerzo,... El grupo es nuestra fuerza y nuestra referencia. Ojalá volvamos a vivir algo así.

viernes, 20 de junio de 2014

Maraton de Nueva York, premio Príncipe de Asturias de los Deportes: se les ve el plumero.

La Fundación Príncipe de Asturias ha concedido este año 2014 el premio en la categoría de Deportes a la Maratón de Nueva York. El fallo reconoce la destacada trayectoria de la prueba deportiva que se inició en 1970 y que ha trascendido hasta convertirse en un acontecimiento de integración social, espíritu ciudadano y repercusión mundial. El jurado del galardón también estima que los organizadores de la popular prueba han "contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión del deporte”. El jurado del Premio, considera que el Maratón de Nueva York "simboliza la mejor convivencia entre el deporte aficionado y el profesional", que aglutina a más de 50.000 participantes".
Efectivamente, puede afirmarse todo lo anterior sin sonrojo, pero, ¿realmente los organizadores de la Maratón de Nueva York pueden considerarse depositarios de los valores que se definen en los que has de ser candidatos al galardón? Recordemos:
"la persona, institución, grupo de personas o de instituciones que, además de la ejemplaridad de su vida y obra, hayan conseguido nuevas metas en la lucha del hombre por superarse a sí mismo y contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión de los deportes".
¿Cuántas organizaciones de eventos podrían cumplir con esta propuesta? Igual que la maratón de NY, de igual manera está la NBA, la organización de la Super-Bowl, el mundial de futbol,… Todos ellos contribuyen con su esfuerzo, ¿de manera extraordinaria?, al perfeccionamiento, cultivo, promoción,… Efectivamente, todas ayudan a la difusión del deporte, pero sin olvidar que todas, todas, son un negocio privado muy lucrativo, donde la excusa del deporte sirve para conseguir un objetivo totalmente respetable que es el lucro de una determinada organización o grupos de personas. Desde el momento que la organización de esos eventos deportivos buscan como principal objetivo el lucro, en mi opinión, la contribución al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión del deporte queda apantallada en el concepto de “esfuerzo” y “de manera extraordinaria”. Para mí la palabra “esfuerzo” y el concepto “de manera extraordinaria” no está asociado al mega-lucro económico y los intereses asociados con la Maratón de NY, o la NBA, la Super-bowl,… Hay muchas entidades y deportistas ejemplares que cumplen con las bases del premio y que, por el contrario, lo hacen sin ánimo de lucro. Obviamente no son tan mediáticas. Pero quizás más ejemplares. Si la fundación de los premios quiere transmitir a la sociedad que se quiere realmente premiar “esfuerzo extraordinario”, debiera evitar premiar organizaciones cuyo fin último es conseguir dinero, aunque colateralmente conlleven una excelente promoción del deporte.  Eso sí, estos nombramientos aseguran más portadas en medios de comunicación que otras de menor “relumbrón mediático”, y aquí es donde se le ve el plumero a la Fundación: ¿se elige a los premiados por sus méritos, o por la repercusión mediática que los premiados pueden proporcionar? ¿Estamos premiando el esfuerzo, o premiamos a quién nos puede dar más repercusión internacional? Francamente, vista la lista de premiados, abunda mucho de esto último.
Yo he corrido la maratón de NY y, posiblemente, si hoy corro maratones es porque un día vi por la televisión el puente de Verrazano lleno de corredores. Pero para correr la maratón de NY hay que ser un privilegiado, porque además de la forma física que requiere su preparación, es necesario tener una buena cantidad de dinero. Si no hubiera miles de privilegiados capaces de gastar esa buena cantidad de dinero todos los años, la maratón de NY no existiría. Para premiar el esfuerzo de muchos deportistas ejemplares merecedores del Premio Príncipe de Asturias no es necesario contar con la capacidad económica de miles de privilegiados que corren por NY cada año. Señores miembros de la Fundación Príncipe de Asturias, sean ejemplares con sus nombramientos, y no dejen se les vea el plumero. Este premio, pulcramente justificado, es una bofetada para muchos deportistas ejemplares.


martes, 27 de mayo de 2014

Estocolmo, la bella: un kilómetro en el túnel del tiempo.

No sé si este es el apelativo de esta ciudad, pero es una ciudad realmente hermosa. Llevaba años queriendo visitar Estocolmo (he estado en Suecia muchas veces, en Helsimborg, Goteborg,… ) pero nunca se había dado la ocasión.  Dicen que es la Venecia del norte, pero  en mi opinión son dos ciudades que no se pueden comparar, y en muchos  aspectos Estocolmo es aún más bonita que Venecia.  Especialmente si se tiene la suerte que hemos tenido durante el fin de semana (mi mujer, mi hijo Mario y yo) con los dos  días más soleados y calurosos del año. Mucha luz y sol, es la mejor combinación para disfrutar de esta ciudad. Estocolmo está imbricado por agua por todos lados. No son canales como en Venecia, son brazos de mar o de lago que hacen que a poco que se ande en una dirección u otra nos encontremos con abundante agua. El agua generosa, limpia, le  da alegría a la ciudad. Pero además tiene una arquitectura noble y majestuosa, al estilo de otras capitales europeas y numerosos edificios señalados (como el palacio real, el ayuntamiento, teatros, museos,…). En dos días solo pudimos visitar alguno de estos lugares emblemáticos, como la ciudad vieja, que permite adivinar un pasado medieval; el ayuntamiento, donde se celebra la cena y el baile de celebración de los premios Nobel; el señero museo Vasa, donde se conserva el mayor galerón de guerra del SXVII ( y que se hundió sin salir de la ciudad hace más de trescientos años, sin llegar a navegar). Y pasear por sus bonitas calles. Y en mi caso, correr por alguno de sus senderos.

Estocolmo tiene muchísimos senderos para poder correr sin repetir, no solo por la ciudad en su vertiente urbana, donde al haber carriles bici se hace sencillo devorar kilómetros. En todas sus islas y sus riveras hay senderos para correr o pedalear. Senderos, a veces, de tierra y verde. Incluso, en sus enormes zonas verdes, en medo de la naturaleza. Un auténtico lujo. Y en un país con cultura de correr, donde te cruzas por todos lados con otros corredores (y sobre todo corredoras, en número muy superior a lo que se ve en España).
En una de mis salidas, con una temperatura ideal, disfruté de la espectacular calle Strand, típica calle señorial frente al mar, me adentré por el puente de Djurgards en la isla donde están casi todos los museos (el Vasa, el del Licor, el de Abba,..) y bordeando por un sendero precioso la costa norte, volví por otro puente hacia la parte principal de la ciudad por el parque Ladugarsds. Espectacular. Al final del parque conseguí llegar a la calle Valhalla, autentica medular de la ciudad con un enorme bulevar por el que correr.  Y después de un poco menos  de dos kilómetros el gran premio del día. Uno se encuentra, a la derecha, con el estadio Olímpico. Construido para los Juegos Olímpicos de 1912, los juegos de la V Olimpiada, se conserva exactamente igual que hace más de 100 años. Nadie tuvo la tentación de derribarlo para hacer uno más moderno, como solemos hacer en otros sitios. Desde fuera se ve muy pequeño, pero lo es, con su obra de ladrillo visto y sus gradas originales de madera. Pese a ello impresiona. Todo como si fuera nuevo. Me dispongo a degustar la visión de este estadio histórico, donde acaban todas las maratones que se organizan en la ciudad, rodeándolo, cuando vi, en un lateral, una puerta abierta. ¿Por qué no? Por allí me metí, y sin darme cuenta me encontré en el tartán perfectamente cuidado que rodea al tapiz del césped central. Unos aspersores regaban el césped, y un grupo de jóvenes atletas de élite entrenaban técnica de carrera en la recta principal. Me miraron con cara extraña, pero sin mediar saludo, me dispuse a correr por esa histórica pista de atletismo.  Al principio, por si acaso, por la calle 8. Al ver libre la calle 1, continué por ahí mi carrera. Me sentí viviendo un momento muy especial. Me imaginé esas gradas de madera, con veinte filas,  llenas con señores y señoras de época, en aquella olimpiada, con los reyes de Suecia en la tribuna principal, que aún conserva los anaqueles. Mágico. Después de tres vueltas por la calle 1, no quise molestar a nadie, y me fui por donde había venido.  Ese kilómetro por esa pista quedará para siempre en mi memoria.


PS: Al día siguiente, temprano, volví a salir para despedirme de las calles de Estocolmo. Y volví al estadio olímpico. La puerta seguía abierta y esta vez, completé mis tres vueltas, totalmente solo, con todo el estadio para mí,  por la calle 1.

miércoles, 30 de abril de 2014

Maratón de Madrid 2014, la Maratón Inesperada

Cortesía de Forofos del Running
Hace 10 años, corrí por primera vez una Maratón, justo ahora hace diez años, y fue la Maratón de Madrid.  Por eso esta maratón será siempre especial. Lo que se siente al cruzar por primera vez una meta en una maratón no se olvida nunca y es, posiblemente, uno de los motivos que te empujan a repetir esa experiencia una y otra vez. Solo esperar poder revivir ese momento, hace que merezca la pena el esfuerzo de correr una maratón. Además la Maratón de Madrid, es la maratón de mi ciudad, la ciudad donde vivo; eso también la hace especial. Pasa por algunos lugares por los que entreno, paseo, vivo. Este año el recorrido pasaba a menos de doscientos metros de la puerta de mi casa.
Recuerdo algunas sensaciones de esa primera maratón y del orgullo que me produjo haber participado en un evento que yo consideré como extraordinario. Diez años después y algunas maratones más, me hacen ver, con un poco de pena, como ha cambiado esta carrera y en alguna cosa esencial, a peor.
En lo positivo. La carrera es espectacular, especialmente si sale un día soleado como ocurrió el domingo. Desde que se sale de la Casa de Campo hasta que se llega a Atocha, el recorrido es un poco feo, pero es muy difícil conseguirlo al 100%. Y el resto es precioso, pasando por lugares emblemáticos como la puerta del sol o el Palacio Real. Sigo pensando que si se hiciera al revés mejoraría mucho (incluyendo la dureza del mismo), pero es una batalla perdida. La parte 'avituallamiento' y 'acompañamiento médico', sigue siendo de primera (y eso es fundamental). Cada vez más madrileños y visitantes se lanzan a animar la carrera, aunque es este punto estamos aún lejos de otras maratones. Habría que conseguir gente animando en todo el recorrido, y eso pasaría por una concienciación de la gente a base de buenas campañas previas a la propia maratón. Pero hay puntos realmente especiales, como la Puerta del Sol o la cuesta a la salida de la Casa de Campo.
En lo negativo. Desde que es R&R, el número de bandas y su "calidad" ha bajado sensiblemente desde la primera edición (hace tres años). EL primer año, muchas bandas y mejores. Este año, escasas. Bolsa del corredor mediocre. Guardarropa lejos de la salida (esto es cutre y de muy mala organización, aunque siempre mejor que el desastre de 2013). En mi opinión, es muy negativo la organización de una media y un 10k simultáneo. Solo sirve para que la organización gane dinero (que no debiera ser el objetivo) y para que los medios 'se crean' que corren 30000 la maratón de Madrid y puedan hacer la foto de la Castellana petada de gente.  Esto es negativo para los maratonianos, que debieran ser los auténticos protagonistas.  Si esto es una Maratón, pues eso. Los cajones o corrales son un desastre. Se cuela quien quiere y no hay un  mínimo control serio. O lo haces bien o no lo hagas.  Hay muy buenos voluntarios, pero mal dimensionados para esta carrera. Y por favor, a los voluntarios hay que enseñarles lo que tienen que hacer, no dejarles a los leones.
Lo muy negativo. Esta debe ser la Maratón con más corredores furtivos (sin dorsal, dorsales fotocopiados,…). Cuando algo sale mal, la organización es a quién le echa la culpa de todo. Por su  culpa los problemas de dimensionamiento de recursos se empeoran aún más. Son mala gente y un cáncer para las carreras populares. Si quieres correr sin pagar, corre otro día. Y en España es donde hay más cutre-corredores (con o sin dorsal, da igual). Aquellos que acaparan recursos a costa de que alguien se quede sin lo que le corresponde. Si pueden coger 8 geles, los cogen; si pueden coger dos bolsas, las cogen,… y así con todo lo que pillan. Yo recriminé en carrera a un geta que llevaba más de 4 geles y con todo el descaro me dijo que los cogía para repartirlos. Hace falta tener cara dura. Y por último, el domingo la meta era casi un estercolero. Miles de corredores habían tirado al suelo plásticos, botellas, cascaras de plátano, etc. La imagen era tercermundista. Por favor, un poco de civismo. No sé por qué me da que son los mismos: cutres y guarros.
Mi carrera.
Dos semanas después de haber corrido la Maratón de Londres, con algunos problemas para terminarla en buenas condiciones, llega esta maratón, que es la maratón de mi ciudad, la maratón donde empezó todo. Muchos compañeros de entrenamiento la corrían (Edu, Jorge, Jose) y con pretensiones de hacer marcas personales. Durante toda la semana previa, otra vez las mariposas revoloteaban por mi estómago, y por supuesto me ofrecí para hacerles de liebre en algún momento. Pero aunque la razón me decía que no debería correr, en el fondo deseaba que pasara lo que al final pasó: el mismo sábado, un día antes, un amigo, Angelín, me regaló su dorsal porque él no podía correr por lesión. Y aunque lo cogí sabiendo que lo emplearía para correr toda la Maratón, mi discurso que pretendía engañar a la razón era que “saldría a ver qué pasa, a llegar donde pudiera”. De esa manera corrí también la maratón de Chicago, en minicarreras de 5k: primero 5, luego otros 5,…
Y sin los nervios de toda una semana, me levanté dispuesto a afrontar la maratón de la mejor manera posible, a rodar a un ritmo menos exigente del habitual y acompañar a Jorge y Edu que querían ir para llegar a 3h 40m. El día salió precioso, y después de dejar las cosas en el ropero, donde nos esperaban Laura y Carlos, también compañeros de entrenamiento, nos dirigimos hacia la salida, a más de veinte minutos de paseo andando a buen ritmo.

Para mí, salvo por un dolor en la ingle que me apareció dos semanas antes en Londres, todo fue perfecto. Los kilómetros caían uno tras otro, y disfrutando de la ciudad y el ambientazo de la maratón, me planté a la salida de la Casa de Campo, donde realmente empieza la carrera, casi sin darme cuenta. Gracias también a la compañía de Fernando,  Gregorio, Jesús, que a trozos nos fueron acompañando y dando ánimos. Para entonces Edu ya estaba sufriendo mucho, algunos kilómetros detrás, y Jorge también se había rezagado. Me quedaba poco más que el último diez mil, y ya era cuestión de apretar los dientes y mantener el ritmo. Es la zona peor de la carrera, no solo por el kilómetro en el que estás, sino porque también es la zona más desangelada y con menos público. El nuevo recorrido de la Maratón, hace que se llegue al Retiro con menos pendiente, pero ese “ida y vuelta” por la Castellana y luego Príncipe de Vergara se hace eterno. Aun así, pude esprintar después de entrar al Retiro. Por fin la meta. Un poco más de 3h 40m. Una vez más sientes la emoción que supone cruzar la meta en una maratón. 

lunes, 14 de abril de 2014

Londres, la madre de todas las maratones


El largo camino hasta Londres.
Feria del corredor
Feria del corredor
Conseguir un dorsal para una Major no es una tarea sencilla, salvo que se compre a través de una agencia de viajes (con el consiguiente aumento del coste de la aventura). La mayoría de ellas tienen el sistema de "run for charities", pero que implica movilizar mucha gente y dinero, lo cual no siempre es posible. En otras, el sistema es 'first arrive, first service', lo que implica estar pendiente de cuando se abren las inscripciones y tratar de entrar en el sistema muy al principio, porque normalmente se agotan en unas horas. A veces la avalancha es tal que el sistema peta (como ocurrió el año que corrí en Chicago) y se resuelve con un sorteo de entre los que se quedaron en el limbo informático. Casi todas ellas tienen también un cupo reservado para un sorteo (complicado porque la relación supera 10 a 1) y, por último, algunas tienen la posibilidad de poder correrlas "por marca". Es decir que si acreditas una determinada marca en otra maratón homologada en el último año (marcas adaptadas a varias franjas de edad) consigues un dorsal, "te cualificas" para tener un dorsal.
Antes de arrancar
De todas las Major, Londres es la peor. Conseguir un dorsal por sorteo es una auténtica lotería (nunca mejor dicho). Yo lo intenté por lo menos cinco años. Me niego a pagar una agencia y no tengo tiempo para recaudar los fondos suficientes para correr por una ONG. Solo me quedaba la opción de la "cualificación".  Durante años, la tabla de tiempos para optar a un dorsal en Londres era la más dura de todas las Majors (ahora NY es algo más dura), y para mí el tiempo que se me exigía era prácticamente imposible de obtener. Por eso, cuando el año pasado, en la Maratón de Madrid conseguí el tiempo pedido, solo podía pensar en el ansiado dorsal de la Maratón de Londres. Lo había conseguido.
Pero los británicos son muy suyos, por eso son hijos de la Gran Bretaña. Cuando fui a la web de la maratón para pedir que me reconocieran el tiempo, descubrí con estupor que solo "los residentes en el Reino Unido" se podían cualificar por tiempos. ¿Puede haber una medida más proteccionista y patriotera?. Pasada la decepción inicial, decidí que ahí no iba a acabar mi camino a Londres. Y tengo la suerte de tener a Ana Gallego, una antigua estudiante mía, viviendo en Londres, que me invitó a trasladarme "de forma virtual" a su casa. ¡Gracias a Ana iba a poder correr la Maratón de Londres!.
Envié a la organización mi nueva dirección en Londres, mi certificado del tiempo de cualificación de la Maratón de Madrid y copia de mi pasaporte donde figura mi edad. En unos días recibí un correo electrónico diciéndome que no era "elegible" hasta que no demostrara que realmente vivía en Londres (¿les exigen esto también a los portadores de un pasaporte británico?, si no fuera por la ilusión de correr la Maratón dan ganas de boicotear esta organización). Me dijeron que tenía que enviar una factura o una domiciliación a mi nombre en mi dirección de Londres. Y otra vez Ana acudió en mi ayuda. Me contrató un teléfono móvil, con cuya factura conseguí "mi prueba de domicilio". Una vez enviado esto a la organización, recibí un correo y un código para poder inscribirme. ¡Estaba IN!. Esto ocurría 9 meses antes de la fecha de la maratón.
A todo esto, para complicar aún más las cosas, toda la comunicación a partir de entonces se limitaba al correo postal, incluyendo el envío del "certificado original de inscripción" que habría de presentar en la feria del corredor. Seis semanas antes de la maratón, aun no había llegado. Se me ocurrió escribirles para preguntar lo que podía ocurrir, y me contestaron que "como no sabían nada de mí desde Julio, estaba fuera de la carrera". No daba crédito. Caí súbitamente en un estado de depresión profunda hasta que puede reaccionar. Recopilé todos los correos antiguos, el recibo de haber pagado la inscripción y volví a escribirles "wondering" que pudieran estar equivocados. Y unos veinte minutos después, efectivamente, me contestaron disculpándose, que era un error, que habían buscado por apellido "Jose Manuel" y que no aparecía. ¡Uffffff, hijos de la Gran Bretaña!.
En el metro
Unos días después apareció en mi casa londinense el dichoso certificado. Y una semana después, tomándome una cerveza en la Plaza de Santa Ana,  con Ana y su novio Rob que estaban de visita en Madrid, por fin tuve en mis manos el certificado. Ahora si que sí. La verdad es que hasta ese momento no las tuve todas conmigo.
Cuando me presenté en la feria del corredor con mi certificado. el agente que me atendía me pregunta (no se con qué intención): "¿Acaba usted de llegar de España?". Y yo, que iba preparado, le contesté: "No, yo vivo en Londres".
Las cagaleras de la muerte.
Es como define mi amigo Javi Sanz a todos los problemas y dolores que suelen aparecer, especialmente, la semana anterior a una maratón. La mayoría, fruto de la mente, pero en muchas ocasiones fruto del final de una larga preparación física muy costosa. Que si un dolorcito aquí, una sobrecarga allá,...
El entorno de la salida
Cuando empecé todo el papeleo para correr en Londres, decidí empezar una migración personal hacia el minimalismo (para aquellos no corredores, el minimalismo es una forma de correr que trata de reproducir la manera de correr descalzo). Ello requería de varios meses de adaptación, por lo que decidí que si corría Londres iba a ser mi estreno minimalista en Maratón. Dos meses antes de la maratón, ya hice una tirada de 26 km al estilo minimalista y sin problemas. Y me compré unas zapatillas minimalistas, ya sí. Hice otra tirada larga con las nuevas zapatillas (esta vez de 32 km) y también sin problemas. Estaba preparado para Londres "minimalista". Pero justo tres semanas antes de la maratón, en una salida por una zona pedregosa, pisé hasta cuatro veces sobre pedruscos angulosos que me inflamaron una de las plantas del pié. Vamos, que me salió una especie de canica dolorosa justo en mitad del metatarso. ¡A tres semanas!. Poco a poco, me fue bajando la inflamación y a diez días del día D, ya casi no me molestaba. Bueno, todo volvía a la normalidad. Pero algo más tenía que pasar.
El sabado de la semana anterior, aprovechando que iba a "descansar", ayudé en una mudanza de muebles. A quien se le ocurre. Escalera arriba, escalera abajo, carga esto, carga aquello,... Toda la mañana de trajín. Al día siguiente, sobrecarga de caballo en cuadriceps y vasto interno (especialmente en la pierna que tengo operada). Saltan todas las alarmas. Casi no puedo andar. Salgo a rodar un par de días, con tranquilidad, y aquello no bajaba. Parada total y árnica a toneladas. Día a día, afortunadamente, fue bajando el dolor y el viernes, día que viajaba a Londres, prácticamente había desaparecido.

La organización de la maratón.
Podríamos que decir que perfecta. Cuando ocurren desastres en MAPOMA (como el del año pasado con el guardarropa, o las medallas en meta) y argumentan lo difícil que es mover a "tanta" gente, podrían pasarse por Londres para aprender algunas cosas. La feria del corredor, inmensa y con todo tipo de stands, como es de esperar en un evento así. La señalización para recoger dorsal, chip, bolsa del corredor, perfecta. Por si acaso, muchos voluntarios ayudando.  Lo mismo en la organización en salida y meta. En la salida, se distribuye a la gente en tres áreas distintas (por colores, el mío es el verde) y en las tres se sale por corrales (de acuerdo con el tiempo acreditado). Sin aglomeraciones, todo sobredimensionado (menos los urinarios, por poner una pega). Zona de espera y calentamiento, justo al lado de los cajones. Yo entré 15 minutos antes de la salida. En meta, en menos de 15 minutos ya tenía mi ropa. Excepcional.
Lo "menos positivo" es que la camiseta de "finisher" es un poco cutre (de algodón). Y que en meta el avituallamiento es un poco escaso (agua, isotónicas y una manzana).  
Un aspecto que distingue la maratón de Londres y que creo es muy significativo, es que hay miles de personas que corren en beneficio de ONG's. Eso redunda también en la animación de la carrera, ya que a lo largo del recorrido voluntarios de cada ONG animan sin descanso a aquellos que corren de forma solidaria. Cada vez que un corredor solidario pasa delante de los voluntarios de su ONG, el griterío es ensordecedor. Y eso ocurre a cada metro.
El día de la maratón.
Para llegar a la zona de salida tenía que coger el metro (con un transbordo) y un tren de cercanías, y recomendaban estar allí 90 minutos antes. Echando el tiempo atrás, tenía que salir del hotel sobre las 7.15 (para una salida de la maratón a las 10). Amanece un día espectacular (para Londres): sol, no mucho calor y sin viento. Todo perfecto para correr. La organización tenía voluntarios en la estación de cercanías para ayudar que nadie se perdiese y que la marea humana que corría esta maratón (más de 42000 personas) llegara a tiempo al punto de salida.
Hasta ese momento no había percibido "ambiente de maratón" en la ciudad. Siempre que viajo a una maratón internacional, ya desde el avión vas identificando posibles corredores. Esta vez, hasta la misma mañana de la maratón se podría decir que no existe en la vida de la ciudad. Lo cual me hacía pensar que a lo mejor no habría mucha gente animando. ¡Qué equivocado estaba!. Ya en el metro, desde muy temprano, riadas de corredores. El tren de cercanías abarrotado. Llegué a Maze Hill, parada próxima a la salida, a las 8.30 (justo 90 minutos antes). Desde allí, hasta la zona de corrales, un buen paseo por un barrio residencial-campestre de unos 20 minutos, todo muy bien señalizado y con voluntarios en los posibles puntos críticos.
En la zona de salida, una gran explanada verde para poder relajarte, zona de hidratación (con agua e isotónicos), el ropero muy bien organizado, y mucho ambiente. Entre otras cosas porque en nuestra salida (la "salida verde") estaban todos aquellos corredores disfrazados que querían formar parte del Libro Guinnes de Records ("el primer corredor en acabar una maratón vestido de...") y realmente había mucho color y disfraces totalmente profesionales. De cabina de teléfono, de rinoceronte, de jockey, de hombre de negocios, varias novias (hombres y mujeres), en fín, la imaginación al poder. Había hasta un cruzado con cota de malla. Además de los disfrazados, había por allí "celébrities" que iban a correr la maratón. Yo no conocía ninguna. La gente de élite partía en la "corriente roja" y las celébrities por la "corriente verde". Justo al lado de salida un set de la BBC narrando todo en directo, incluyendo entrevistas.
Yo estaba en el primer corral, pero no tuve necesidad de entrar hasta casi al final. En la zona de espera daba mejor el sol, había más ambiente y se podía corretear. Todo estaba perfecto: la temperatura, el ambiente,... y me encontraba bien. Decido salir con la camiseta de tiras y una de algodón de manga larga para protegerme del fresco que hacía.
A falta de 15 minutos me meto en el corral, a escasos cinco metros de la salida. Nunca he salido tan cerca en una maratón grande. De hecho después tardé 14 segundos en rebasar la salida. Y se repite lo de todas las grandes citas. Caras nerviosas, saltitos, animos,... Y empieza el show de las celebrities. Se monta un set de fotógrafos (¡más de 20!) y los famosos y pseudofamosos empiezan a pasar por una alfombra roja, con posado incluido. Al principio, los supuestamente más conocidos, de uno en uno, y luego en tropel. Los sitúan justo detrás de la línea de salida, delante del primer corral (en el que yo estaba).
Luego, a través de una gran pantalla vimos la presentación de las auténticas estrellas, los corredores de élite, que salían en la "corriente roja". Allí estaba todo el firmamento maratoniano del momento: Emmanuel y Geoffrey Mutai, Kebede, Kipsang, Biwoff, Mekonnen, Mo Farah,... Entre todos ellos todos los posibles records, campeonatos mundiales, olimpiadas,... Una autentica selección de lujo. Estaba también Haile Gebregelesse que iba a hacer de liebre.
Después la cuenta atrás: 10, 9, 8, 7.... ¡salida!
La carrera.
Lo primero que ocurre es que las celébrities, por supuesto corredores paquete, forman un tapón enorme. Los primeros cien metros los pasas sorteando-empujando pseudofamosos para poder avanzar. Y una vez superado este primer obstáculo, la carrera enfila hacia abajo. El entorno bonito, la temperatura adecuada y cuesta abajo. Todo incitaba a correr. Y corrí. Corrí quizás demasiado. Empecé a un ritmo demasiado rápido que al final pagué, pero en aquel momento parecía que iba a ser posible. Los primeros kms., por el barrio de Charlton, me recordaron la salida del maratón de Boston saliendo de Hopkinton. Desde el principio gente animando. Mucha gente. En seguida, por New Charlton aquello se parecía al paso por Brooklyn, en la maratón de NY, con miles de personas a ambos lados. La maratón va pasando por distintos barrios, todos residenciales y siempre abarrotados de gente. De alguna manera se va en paralelo a los meandros del río. En el km. 20 se pasa por uno de los puntos espectaculares de la carrera, por encima del puente de Londres. Después se gira a la derecha, en dirección a los Docks. Durante varios kilómetros se pasa una zona donde por la otra acera viene la cabeza de la carrera y donde tuvimos la suerte de cruzarnos con toda la élite compitiendo es su kilómetro 35. Cuando nos cruzamos con Mo Farah (de nacionalidad británica) el estruendo se hizo ensordecedor. En muchos lugares de la carrera los decibelios no tenían nada que envidiar al "screaming tunnel" de la maratón de Boston.
Cuando se llega a los Docks, con su puentes, la maratón recuerda a la maratón de Chicago. Se vuelve por el mismo camino para enfilar, paralelo a río, a la zona más monumental de Londres. Se vuelve a pasar cerca de la Torre de Londres y llega la hora de la verdad, donde hay que sufrir. Con el río a la izquierda se afrontan los últimos kilómetros. A la altura de Embankment se pasa por un tunel de casi un kilómetro, lleno de globos iluminados, cada uno de ellos, con un mensaje de ánimo: "No lo dejes", "Ya casi has llegado", "Animo", "El dolor es pasajero", "Lo has conseguido". Pese a ser un tunel, es precioso y realmente te motiva. Y al salir, ya se ve al fondo el Big Ben. Se deja el Big Ben a la izquierda para girar hacia Buckingham Palace y, por fín, la meta. Miles y miles de personas te acompañan con sus gritos. Es realmente emocionante. Parecido a la llegada con la puerta de Brandemburgo en Berlín, pero con más gente y en un entorno, si cabe, más majestuoso. Ha merecido la pena llegar hasta aquí.
MI carrera.
Mi salida fue fulgurante, cuesta abajo y con ganas de correr. Marqué unos primero parciales que me llevarían a mejorar mi mejor tiempo. Primer error de principiante. Pero las cosas se empezaron a torcer. Pronto sentí en mis pies sendas ampollas que me hacían dolorosa cada pisada. Antes de la media maratón un dolor en la ingle, herencia de una muy antigua lesión, apareció de repente. Y a partir de la media maratón, donde la pendiente no era tan beneficiosa, empecé a bajar el ritmo. Los primeros 10k a 4,30; al final de la media maratón, a 4,40. Al final de los 25k ya iba a 4,50. Para tratar de recuperar fuerzas eché mano de uno de mis geles, que a la postre resultó estar caducado (segundo error de principiante), lo que a los pocos minutos me obligó a vomitar. Y de ahí hasta el final ya no fue lo mismo. Mi ritmo a los 30k era de 5, a los 35k de 5,18 y casi en meta de 5,45. Mi sensación era que me iba arrastrando. Gracias a los miles de personas que nos jaleaban pude llegar con cierta dignidad. Al cruzar la meta, como siempre, una inmensa alegría y lagrimas de emoción. Lo había vuelto a conseguir. Mi quinta Major. Irrepetible por muchos motivos. Después de recibir mi medalla y una bolsa con avituallamiento, al beber un trago de isotónica, volví a sentir nauseas y ya no quedó nada dentro de mí.
Despacio me fui recuperando y disfruté del momento. Terminé mi primera maratón con "pisada minimalista", la número 22, la quinta Major. Costó llegar hasta allí, pero mereció la pena.
Epílogo

Con la maratón de Londres culmino las "5 Marathon Majors" históricas. Ahora las Majors son seis, desde que el año pasado la Federación Internacional de Atletismo incluyó Tokio entre las Majors. Pero las históricas (Boston, NY, Chicago, Berlin y Londres) ya las tengo todas (y todas por debajo de 3h 30 minutos). Todas has sido especiales, cada una por distintos motivos, pero después de acabarlas, creo que la más completa, "la madre de todas las maratones", es Londres. No se si por ser la última. Porque me ha costado tanto. Por el buen día que amaneció, donde todo acompañó al espectáculo. Lo cierto es que combina parte de lo que las otras cuatro tienen, y en su recorrido uno encuentra trozos de las otras cuatro. Y en todas hay mucha gente animando, pero Londres es, sin duda, donde más gente hay empujando a los corredores. Bueno, habrá que ver algún día por qué han hecho Major a Tokio. :-)









domingo, 16 de marzo de 2014

¿Soy minimalista?

Skrechers Gorun 2
Hace unos meses leí “Nacidos para correr” de Christopher MacDougall  y ya empecé a barruntar lo de cambiar mi manera de pisar. Después de un verano con un dolor tremendo en un talón (con riesgo a derivar en una fascitis plantar), me dí otro empujoncito. Alguna charla con nuevos ‘conversos’ al minimalismo, terminaron de convencerme que tenía que hacerlo. Ya más recientemente, y ya inmerso en el cambio, “Correr con los keniatas”, de Adharanand Finn, terminó de afianzar mi pretensión.
No ha sido sencillo. Empecé corriendo algunos minutos con unas “Converse” y descalzo en el césped de la pista de atletismo que tenemos cerca de la Universidad en Leganés.  Cada día, me producía unas agujetas en los gemelos insoportables. Pero no me arredré, y aun usando mis zapatillas de siempre, me puse a la faena de cambiar mi pisada. Primero dos kilómetros, luego cuatro, seis, diez,… Y más agujetas insoportables. Y sesiones de fisio donde literalmente no podía meterme los dedos en los gemelos.
Hace tres semanas, en San Diego, encontré en un outlet unas zapatillas minimalistas a precio de saldo y no me resistí comprarme dos pares (Skrechers Gorun 2). Allí mismo las estrené.  El domingo pasado hice una tirada larga pre-maratón de 28 km con ellas. Hoy mismo 32 km (una doble tapia) sin problemas. Han pasado cinco meses desde que empecé mi re-adiestramiento.
¿Soy ya minimalista?. Ahora, junto con todas las dudas que se despiertan las semanas previas a una maratón (tengo Londres en menos de un mes), me estoy planteando correr la maratón con ellas. Si finalmente me atrevo, y la acabo, creo que si, que ya podré considerarme minimalista.

sábado, 22 de febrero de 2014

San Diego: correr con galones por la bahía

Bahía de San DIego desde Cabrillo

 He pasado una semana en San Diego, intensa en lo profesional, pero muy relajada en lo particular. En lo profesional, un congreso de mucho nivel y muy fructífero es muchos sentidos. En lo privado, además de conocer una ciudad preciosa, pude salir a correr todos los días a orillas del mar, por su espectacular bahía. El horario de trabajo era apretado, por lo que al llegar pensé que iba a tener problemas para poder entrenar, pero vino en mi ayuda ese enemigo del viajero transatlántico: la jet lag, o el mal causado por el desfase horario. Esta vez se puso de mi parte, y todos los días, a eso de las 5 de la mañana, estaba despierto, tan fresco. Después de entretenerme un rato contestando correos electrónicos del día que ya había pasado en España, a eso de las 6-6.15, me he calzado todos los días las zapatillas y me he echado a la calle.
Portaaviones Midway (cortesía C. Capdevila)
Memorial Bob Hope


El primer día pensé que iba a ser el único loco corriendo por las calles. Pero craso error. Amanecía prácticamente a esa hora, y por el paseo que transcurre junto al mar eran muchos los corredores que tenían la misma idea que yo. Había por tanto luz y, sobre todo, una temperatura perfecta. Todos los días he disfrutado de una salida en condiciones óptimas. Con corredores de todas las edades y muchas mujeres (más que en España). Y en un entorno espectacular, donde además de pasar por un memorial a los marinos caidos del crucero “San Diego” en la IIGM, el memorial a Bob Hope, una estatua enorme homenajeando “las despedidas de los marinos cuando salen a ultramar” con un enorme beso, se ven los barcos del museo naval, el impresionante portaaviones Midway, los embarcaderos típicos de madera, los puertos deportivos,… 
Kissing sailor

Parte de mi recorrido acababa en el aeropuerto, metido en medio de la ciudad, viendo aterrizar y despegar aviones. Y al otro lado la flota amarrada más grande del mundo, con dos portaaviones funcionales fondeados.

Memorial crucero "San Diego"
Al igual que en casi todas las grandes ciudades, al cruzarte con otros corredores nadie te saluda. Pasa en Madrid, pero también en Paris, Nueva York,… El último día, en mi salida de despedida, al empezar a correr por la bahía, un corredor que estaba parado, estirando, me dijo con una inclinación de cabeza “good morning”. Bueno, que amable, pensé, pero que raro. A los pocos metros, otro corredor con el que me crucé me hizo una inclinación de cabeza (manera habitual de saludar cuando vas corriendo). AL rato una chica que corría con su perro también me dedicó un golpe de cabeza con una sonrisa.  Y luego otro más, y otro. Esto no podía ser casualidad. Pronto caí en lo que pasaba. Me había puesto la llamativa camiseta azul de “finisher” de la Maratón de Boston. La maratón más prestigiosa de EE.UU. La más antigua. La más carismática. Ahora con muchas connotaciones sentimentales para los “runners” americanos después del atentado. Vamos, que iba corriendo con galones.


http://connect.garmin.com/activity/449328078#


Maratones que he corrido

  • Maratón de Madrid: 2004 (3h 58m), 2005(3h 56m 42s), 2006(4h 15m 34s), 2007 (4h 06m 49s), 2009 (3h 40m 20s), 2012 (3h 19m 36s), 2013 (3h 13m 59s), 2014 (3h 40m 58s), 2015 (3h 19m 33s), 2017 (3h 58m 12s), 2018 (3h 45m 4s), 2019 (4h 6m), 2021 (4h 11m 56s), 2022 (4h 8m), 2023 (4h 11m 51s)
  • Maratón de Donosti: 2007 (4h 4m 52s), 2017 (3h 38m 40s)
  • Maratón de Toral de los Vados: 2008 (4h 11 m 16s)
  • Maratón de Marrakech: 2009 (3h 58m 4s)
  • Maratón de Oporto: 2009 (3h 30m 34s)
  • Maratón de Zaragoza: 2009 (3h 56m 32s)
  • Maratón de Sevilla: 2010 (3h 47m 27s), 2019 (3h 50m 13s)
  • Maratón de Boston: 2010 (3h 29m)
  • Maratón de Nueva York: 2010 (3h 28m 38s), 2019 (3h 55m 38s)
  • Maratón de Málaga: 2010 (3h 52m 16s)
  • Maratón de París: 2011 (3h 29m 43s)
  • Maratón de Berlín: 2011 (3h 23m 28s), 2022 (4h 5m 40s)
  • Maratón de Castellón: 2011 (3h 20m 14s)
  • Maratón Misteriosa (Tres Casas, Segovia), 2013 (3h 54m)
  • Maratón de Chicago: 2013 (3h 25m 37s)
  • Maratón de Londres: 2014 (3h 27m 58s), 2016 (4h 1m 18s)
  • Maratón de Amsterdam: 2014 (3h 28m 6s)
  • Maratón de Lisboa: 2015 (3h 34m 56s)
  • Maratón de Valencia: 2016 (3h 40m 32s)
  • Maratón de Tokio: 2017 (3h 39m 38s)
  • Maratón nocturna de Bilbao: 2018 (3h 44m 32s)
  • Maratón de Valdebebas: 2020 (4h 01m 49s), 2021 (4h 20 min.)
  • Maratón de Polvoranca: 2021 (4h 39m 25s)

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