El aprendiz de maratoniano

Historias sencillas de carreras

sábado, 24 de octubre de 2015

Maratón de Lisboa (2015)

Lisboa es una ciudad con cuestas, pero cuando ví el trazado, que partía de Cascais y entraba en la ciudad por la costa para llegar a la zona de exposición mundial de 1998, suspiré en la idea de que en paralelo a la línea de la costa no habría muchas cuestas y que estaba delante de una maratón plana y sin dificultades. Nada más lejos de la realidad.

Para llegar a la salida, hay que coger un tren que salía de Cais do Sobre. Allí quedé con un grupo de amigos a las 6h 20 minutos de la mañana. La maratón salía a las 8h 30 minutos, pero ya se sabe cómo se pone de nerviosa la mayoría de la gente y para estar allí una hora antes había que asegurar el tren de las 8.30 o a lo sumo el de las 6.40. Yo tenía un buen trecho desde mi hotel, por lo que decidí coger un taxi que me dejó allí poco después de las 6. A esa hora yo era el único bicho raro del paisaje. Diversos grupos urbanos un poco pasados de rosca, anidaban por allí, a veces mansurrones, pero también con tintes de violencia cuando comentaban alguna jugada del partido de futbol que, al parecer, habían visto la tarde anterior. Posiblemente la mayoría esperaba a las 6.30 que era cuando abría el metro. Al poco de llegar yo, hordas de maratonianos inundaron la estación camino del andén del tren de Cascais, salida de la maratón.
En el tren hacia Cascais

Con puntualidad apareció mi amigo Gerardo con un grupo de casi una docena de viejas caras conocidas de este mundo tan particular, donde la locura de correr 42,195 km nos une a personajes de tan distinto pelaje. En un tren lleno de nerviosos corredores y en un ambiente de euforia tensa impregnado de respeto, linimento, buen humor y mentiras.  Porque es la hora de las mentiras: “bueno, a ver qué hago, no tengo pensado un tiempo”, “con el dolorcillo que tengo por aquí, no creo que pueda bajar de…”. Mentira, todo mentira.
No había parado de llover en toda la noche, por lo que el ambiente fue caldeándose potenciándose por la elevadísima humedad. Desde la estación del tren al punto de salida, siguió lloviendo y en la zona de encuentro ya estábamos todos con las zapatillas bastante mojadas. Mal asunto. Eran las 7.30.
Ya en la zona de salida dejó de llover, aunque mis pies siguieron mojados toda la mañana. Después de las fotos de rigor, chanzas, risas, desagües y propósitos, nos metimos cada uno en un cajón (según el tiempo esperado) y allí esperamos el comienzo de la maratón.
Selfie antes de salir

Arrancamos ya con calor (supongo que exagerado por la humedad) y cuesta arriba por el centro de Cascais. Después de un par de kilómetros y varios toboganes, parecía que empezábamos a bajar y mi amigo Tomeu dijo “de aquí a la meta cuesta abajo”. Ilusos.
Por una carretera de costa con continuas subidas y bajadas, nos dirigimos, en efecto, hacia Lisboa. Con el sol de frente y un ligero viento en contra afrontamos la primera media maratón disfrutando, por lo menos, de un paisaje de costa impresionante. Disfrutando a veces, porque las cuestas no eran precisamente repechitos.
Cuando se entra en la ciudad, a la altura de Belem, se abandona la costa para correr por largos caminos de zonas industriales sin público, sin paisaje y ya con muchos adoquines que ya no nos abandonarían, de tanto en tanto, hasta el final. Para los que usamos zapatillas minimalistas (casi sin suela) un calvario. En el kilómetro 30, cerca de Cais do Sobre otra vez, se recupera la zona bonita de la ciudad, justo allí donde también suele estar el amigo del Mazo. El calor, la humedad, los adoquines y un recorrido tan rompe-piernas, hacían que en ese punto todos los que corríamos lleváramos la cara desencajada, según me dijo Ana, mi mujer, que andaba por ahí para animarme. La Lisboa bonita fue un espejismo, porque muy pocos kilómetros después volvíamos al paisaje industrial para encaminarnos hacia la zona de la exposición Universal, lugar de la meta.

En esa zona corríamos a contracorriente con los participantes de media maratón, mucho más frescos y ruidosos. Cuando al girar en un determinado punto, se unían a nuestro recorrido camino de meta, la mayoría nos pasaba como si fuéramos zombies. Yo, que a duras penas mantenía mi ritmo, pero sin perderlo, tenía la sensación de ir mucho peor de lo que realmente iba por la cantidad de gente que me pasaba a ritmos más vivos que el mío. Esos kilómetros, como casi siempre, como siempre, se hicieron eternos. Ese sufrimiento que te hace prometerte que será la última vez, es el mismo que cuando acabas te juramenta para repetir el trance buscando algunas claves que a lo mejor olvidaste o no supiste encontrar en esta carrera. ¿Qué tiene esta carrera que sufriendo como se sufre, te hace volver y volver una y otra vez?!. Javi Sanz, buen amigo que va camino de su maratón número 100, dice que cuando la maratón te pica (y no a todo el mundo le pica), enfermas para toda la vida.

Empezamos en Cascais un buen grupo de amigos. Tomeu se me quedó pronto atrás, y después de unos kilómetros nos quedamos solos Gerardo, Jose, Santiago y yo. Tras una parada técnica que hice pasado el 26, los perdía a los tres. Y a falta de tres kilómetros volví a alcanzar a Gerardo, que llegando a meta se me escapó. Aunque allí pudimos abrazarnos y compartir ese momento mágico que es cruzar la meta de una maratón. Por ese momento es por lo que haces todo. Por ese momento entrenas, te sacrificas, corres, sufres,…

domingo, 31 de mayo de 2015

Adios, compañeras

Nos conocimos hace poco más de un año, en San Diego, y hemos compartido casi 2500 kms. Muchas horas juntos, de esfuerzo, de satisfacciones, de decepciones, dias buenos y días malos, sol, lluvia, frío, calor. Fuisteis las primeras de vuestra clase y me habéis dado un servicio excelente. Más que ninguna otra que os haya precedido. No se os puede pedir más. Pero habéis llegado al límite, al final del trayecto. Todo tiene un comienzo y también un final. Y hay que dar paso a una nueva generación. Con todo el dolor de corazón os tengo que abandonar allí donde os encontré, en San Diego. Otras nuevas os van a reemplazar, pero sin olvidar quién les abrió el camino. Yo, desde luego, nunca os olvidaré.

sábado, 2 de mayo de 2015

¿Eres un corredor cutre?

¿Eres un corredor cutre? Espero que al final de estas líneas puedas contestarte a esta pregunta. Veamos a continuación los distintos personajes que configuran lo más cutre de las carreras populares.
El guarro.
Aunque pienso que no hay corredores guarros sino guarros que corren, a veces es difícil determinar dónde está el nombre y dónde el adjetivo. Ese corral abarrotado, donde de pronto aparecen uno o varios guarros con ese olor a sobaco añejo, sobaco que no ha visto el agua y el jabón en mucho tiempo. Vienen con su peste a cuestas, peste que se confunde a veces con litros de réflex y que van dejando en estela según empiezan a correr. ¿Tan difícil es lavarse un poco de vez en cuando?
El recortador.
En una carrera profesional, un recortador es un tramposo. En una carrera popular, el que recorta es un memo. En el deporte popular uno lucha consigo mismo, con sus marcas, con sus problemas. Recortar supone ganar unos segundos… ¿a quién?, ¿a ti mismo?  Hace falta ser memo.
El que siempre chupa rueda.
Aunque no tanto como en el ciclismo, en una carrera de fondo, chupar rueda también tiene beneficios. Puedo llegar a entender que en una carrera profesional, donde uno se juega además del caché, prestigio, ranking y dinero, alguien pueda apostar con un comportamiento tan poco solidario, pero, ¿en una carrera popular?  Pues si, en las carreras populares existen esos personajes que se colocan a rebufo de uno o más corredores a chupar rueda lo que haga falta. Y no dan un relevo ahí les maten, salvo para pegar, cuando pueden, un hachazo a aquel/aquellos a los que ha parasitado. En una carrera de fondo, especialmente en un maratón, uno compite consigue mismo y el resto de corredores no son rivales, sino compañeros, por lo que estos personajes lo que son es malos compañeros, unos indeseables.
El que se cuela en un cajón que no le corresponde.
A estos nunca los he entendido. Corren a 5.30 ó 6 el kilómetro y se meten en posiciones de 3.30-4. ¿Para qué? ¿Para ganar unos segundos/minutos en el tiempo oficial? Estos personajes, que perjudican, y mucho, a los que teniendo derecho a estar en una determinada posición en la carrera, se ven frenados y entorpecidos, a veces son gregarios y entran en grupos en esos cajones que no les corresponde. Arranca la carrera y como corren mucho más despacio, forman tapones, provocan enfados y, lo que es peor, hasta caídas. Muchas veces, las propias organizaciones meten “paquetes de vips” en las partes delanteras de las carreras, vips que no corren una higa y que a veces provocan muchos problemas. He visto compañeros tropezar con alguno de estos y estar a punto de lesionarse, y encima a veces se encaran con un “¡tío, ni que vayas a ganar la carrera!”. Ignorantes, pretenciosos, cutres al cabo. Por favor, no me sean cutres y ¡pónganse en su sitio!
Los fotocopiadorsales.
Siempre ha habido gente que corre sin dorsal. Mal. Consumen recursos de los que si lo han pagado y ocupan un espacio que no les corresponde. Pero al menos, al llegar a meta, se les desvía y no acceden a los privilegios de acabar una carrera. Hoy, muchos de estos ladrones de recursos, se fotocopian dorsales auténticos y no solo esquilman los recursos durante la carrera, sino que tienen la geta de entrar en la zona de meta y hacerse con todo aquello que está reservado para los corredores que si tienen dorsal: liquidos, frutas, incluso medalla. Si los recursos fueran ilimitados, esto sería una anécdota, pero en ocasiones estos buitres son tan numerosos, que hacen que muchos corredores que acaban después, corredores que si pagaron su dorsal, se queden sin líquido en meta, sin avituallamiento sólido, sin medalla,… Sinvergüenzas.
Los acaparadores.
La cutrez de estos alcanza límites insospechados. En carrera, si se reparten geles, se llenan los pantalones. En meta acaparan agua, botellas de isotónico, plátanos, manzanas,… todo lo que pueden. Estos también dejan a dos velas a los que llegan detrás. El valor económico de todo lo que pillan, no supera ni un euro, pero se van tan contentos a casa para que su parienta/e vea lo listo/a que es. Pero claro, el que llega a meta y se encuentra sin agua… A veces, cuando delante mía alguien coge varias botellas, o plátanos,… se lo suelo afear. Lo normal es que me ignoren, pero en ocasiones se “engallan” y hacen valer su supuesto derecho a arrasar. Cutre, cutre, cutre.

Si te ves reflejado en uno o varios de estos estereotipos, lo siento, eres un corredor cutre, cuando menos. A lo mejor, además, eres una mala persona.

viernes, 1 de mayo de 2015

Maratón de Madrid 2015. Progresa pero todavía necesita mejorar.

Un año más toca hacer balance de la Maratón de Madrid. Este año, un día de perros que nos llevó a todos los que acabamos a la épica, ha hecho que muchos posibles fallos de organización hayan quedado en segundo plano y que todo el protagonismo se lo haya llevado la lluvia y su efecto multiplicador sobre la felicidad que se siente al acabar un maratón. El pasado domingo, cuando cruzamos la meta, fue tan grande la sensación de haber culminado algo especial, que nuestra capacidad de sentirnos felices, se engrandeció y nos anestesió cualquier recuerdo negativo más allá de la lluvia y el frío.
Pero pasado unos días, conviene hacer balance, y recordar las cosas que han mejorado y también aquellas cosas que están muy lejos todavía de ser como se merece este maratón, por sus corredores, sus voluntarios y su público.
Empecemos por la feria del corredor. Las redes sociales se incendiaron, con razón, entre otras cosas por una organización que sistemáticamente tira balones fuera enfrente de cualquier problema. No es de recibo que personas que vinieron de largos viajes tuvieran que esperar hasta cuatro horas para entrar a la feria y recoger el dorsal. No hay excusas. La organización no supo reaccionar y evitar el desastre, quizás provocado por un exceso de celo de la seguridad del recinto. La mala imagen de la ciudad se la llevaron miles de personas, y no hay que buscar culpables más allá de los que “son los amos”.
Los cajones de salida. Un año más, algo que figura en la publicidad no se sabe para qué. Ante la desesperación de todos los que corren buscando hacer una marca personal, los cajones, sin prácticamente ningún control de entrada, eran invadidos por corredores de cualquier nivel que, por motivos que me siguen sorprendiendo, se empeñan en situarse en situaciones que no merecen provocando colapsos en el discurrir del arranque de la carrera. Obviamente los primero culpables son todos esos corre-cutres que no saben comportarse, pero un buen control de entrada a los cajones evitaría el caos que se produce. Y eso se arregla con unos pocos voluntarios más.
Los voluntarios. Son excepcionales, meritorios y no hay palabras suficientes para agradecerles su entrega. Pero muchos (algunos) de ellos, no ejercen bien su función, porque la organización, responsables, no les explica lo que deben hacer en cada puesto. Especialmente en dos puntos. Y de estos dos, sobre todo en uno. La entrega de dorsales y la llegada a meta. Para muchos corredores, sobre todo primerizos, los que vienen de lejos, etc., la recogida del dorsal es un momento especial. Los voluntarios de esos mostradores deben ser especialmente cariñosos con los corredores. Si no, pónganse en otro lugar. Y eso debe ocurrir especialmente en meta. Después de correr una maratón, al llegar a meta, se agradece una sonrisa, una felicitación. No que te pongan de cualquier manera la medalla y te ‘tiren’ el plástico térmico. En esto debiéramos aprender de las maratones de EE.UU. Al llegar a meta, los voluntarios, todos, estén donde estén, te hacen sentir especial, como si fueras un héroe. Según vas andando, no hay un metro donde alguien no te diga una palabra amable. El domingo pasado, la zona de meta era desoladora (y yo entré por debajo de 3.20, imagino lo debió ser una o dos horas después).  Hay que dar a los voluntarios unas mínimas claves de trabajo, especialmente en estos dos puntos.

Seguimos con dos carreras a la vez (media maratón y maratón) que no beneficia nada a los maratonianos, que debieran ser los principales protagonistas. Se arreglaría con una salida de la media maratón una o dos horas después, pero claro, eso acabaría con la gran mentira de que “corren la maratón 30000 personas” y la tan buscada foto (por parte de la organización) de una Castellana llena de corredores.

Muchas cosas se hacen bien (este año el ropero, la atención médica,…). Pero este maratón se merece más.

jueves, 26 de marzo de 2015

¿Maratón de Madrid: carrera popular o negocio?

Queda apenas un mes para la Maratón Popular de Madrid. La más antigua de España y una de las más antiguas de Europa. Carrera que gozó de un gran prestigio y que año tras año se va convirtiendo en un sarao que nada tiene que ver con una Maratón y que progresivamente va desencantando y desenganchando al corredor de maratón, tanto local como foráneo. La que era la principal maratón de España, por calidad en la organización y por número de corredores, es ya la tercera  (después de Barcelona y Valencia), y  no descartemos que pronto pase a ser la cuarta después de San Sebastián.  Barcelona, Valencia y  San Sebastian, maratones que se han preocupado por hacer las cosas bien, atrayendo corredores internacionales, cuidando sus circuitos, cuidando del corredor de maratón. Frente a Madrid, donde da la sensación de que lo que prima es el negocio.
¿Qué es lo que hace mal Madrid?  Pues muchas cosas. La más importante es que no cuida del corredor de maratón. Si, aunque parezca mentira, el corredor de maratón es la última prioridad de la organización de la llamada Maratón de Madrid. Hoy la principal  preocupación es atraer muchos corredores de 10K y media maratón, para hacer caja y para sumar entre todos 30 o 40.000 corredores que llenen la Castellana y que permitan una bonita foto para que los periodistas, que salvo excepciones honrosas no saben nada de nada, narren que “hay 40000 corredores de maratón en Madrid” (véanse los telediarios del día). Mentira, maratón, lo que se dice maratón, cada año la corren y  la acaban menos personas. No es agradable afrontar un reto como Madrid (posiblemente la maratón urbana más dura de Europa), teniendo que abrirse paso a codazos con miles de entusiastas neófitos que salen al tiempo que la maratón, a ritmos descabellados y  por supuesto copando los primeros trescientos metros de la salida. La carrera (la suma de las tres carreras) se ha multiplicado por tres o por cuatro, pero los recursos y los voluntarios no. La organización no ha sabido escalar los recursos, y la atención al corredor se ha deteriorado a límites insospechados. La bolsa del corredor ahora es casi inexistente; el servicio de guardarropa deplorable; la atención en meta penosa (trato y avituallamiento, ¡qué tiempos aquellos donde hasta te daban un caldito caliente, fruta, cerveza,…),… La organización de los corrales de salida, esperpéntica (no existe ningún control y ¡salen juntas las tres carreras!) No se adiestra a los voluntarios, como se hace en otras carreras internacionales, para que sepan dar el trato adecuado a los “finishers”. Se permite que haya miles de infiltrados que esquilman aún más los recursos y que tienen la osadía de hasta llevarse medalla al final.
Todo lo bueno que tiene la carrera (asistencia médica, voluntarios, en algunas zonas un público excepcional,…) se va eclipsando cada año por todos esos aspectos negativos que tanto perjudican al corredor.

La llamada Maratón de Madrid se ha convertido en un evento que cada día es “menos maratón” y donde los que corren maratón (se supone que “los protagonistas”) son maltratados y cada día menos importantes (obviamente, son los minoritarios).  Queda un mes… ¡a ver que nos tienen preparado este año!

Maratones que he corrido

  • Maratón de Madrid: 2004 (3h 58m), 2005(3h 56m 42s), 2006(4h 15m 34s), 2007 (4h 06m 49s), 2009 (3h 40m 20s), 2012 (3h 19m 36s), 2013 (3h 13m 59s), 2014 (3h 40m 58s), 2015 (3h 19m 33s), 2017 (3h 58m 12s), 2018 (3h 45m 4s), 2019 (4h 6m), 2021 (4h 11m 56s), 2022 (4h 8m), 2023 (4h 11m 51s)
  • Maratón de Donosti: 2007 (4h 4m 52s), 2017 (3h 38m 40s)
  • Maratón de Toral de los Vados: 2008 (4h 11 m 16s)
  • Maratón de Marrakech: 2009 (3h 58m 4s)
  • Maratón de Oporto: 2009 (3h 30m 34s)
  • Maratón de Zaragoza: 2009 (3h 56m 32s)
  • Maratón de Sevilla: 2010 (3h 47m 27s), 2019 (3h 50m 13s)
  • Maratón de Boston: 2010 (3h 29m)
  • Maratón de Nueva York: 2010 (3h 28m 38s), 2019 (3h 55m 38s)
  • Maratón de Málaga: 2010 (3h 52m 16s)
  • Maratón de París: 2011 (3h 29m 43s)
  • Maratón de Berlín: 2011 (3h 23m 28s), 2022 (4h 5m 40s)
  • Maratón de Castellón: 2011 (3h 20m 14s)
  • Maratón Misteriosa (Tres Casas, Segovia), 2013 (3h 54m)
  • Maratón de Chicago: 2013 (3h 25m 37s)
  • Maratón de Londres: 2014 (3h 27m 58s), 2016 (4h 1m 18s)
  • Maratón de Amsterdam: 2014 (3h 28m 6s)
  • Maratón de Lisboa: 2015 (3h 34m 56s)
  • Maratón de Valencia: 2016 (3h 40m 32s)
  • Maratón de Tokio: 2017 (3h 39m 38s)
  • Maratón nocturna de Bilbao: 2018 (3h 44m 32s)
  • Maratón de Valdebebas: 2020 (4h 01m 49s), 2021 (4h 20 min.)
  • Maratón de Polvoranca: 2021 (4h 39m 25s)

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