El aprendiz de maratoniano

Historias sencillas de carreras

viernes, 30 de septiembre de 2011

Maratón de Berlín



Berlín es una de las grandes maratones. El término grande alude no solo al tamaño de la participación, sino a un conjunto de características que concurren en la maratón que la hacen grande: historia, organización, recorrido, participación, animación,… Por eso es una maratón incluida en el llamado Gran Slam de las maratones: las 5 Majors.

HISTORIA

La historia de la maratón de Berlín es mucho más reciente que otras Majors (especialmente Boston, la más antigua), pero no por ello deja de ser una historia con mucha intensidad. Arrancó en la misma época que otras grandes maratones europeas, incluida la de Madrid, pero con la limitación que suponía tener un muro dividiendo la ciudad. La maratón nace en el Berlín Occidental en el año 1974, en plena guerra fría. En 1981, por primera vez, se corrió en parte por Berlín oriental, gracias al apoyo decidido de los ejércitos Francés y Norteamericano y a pesar de los mil problemas que pusieron la policía oriental y la Stasi. Aun así, solo unos pocos y vigilados corredores del Este podían correrla, siempre y cuando consiguieran los permisos y manteniendo la organización en secreto sus nombres hasta el último momento para evitar interferencias de la policía secreta. En el año 1990 se corrió la primera maratón después de la caída del muro. Dicen las crónicas que la mayoría de corredores alemanes no pudieron evitar llorar al cruzar por la Puerta de Brandemburgo. Pero en la historia de la Maratón de Berlín, también entran los 5 records del mundo batidos, el último por Patrick Makau el pasado 25 de Septiembre. Ninguna otra Maratón popular presenta este palmarés.

ORGANIZACIÓN

La organización se puede decir que roza la perfección. La feria del corredor es enorme (aunque prácticamente no se encuentra nada realmente competitivo en precio) y organizada en el antiguo aeropuerto de Tempelhof (utilizado durante el bloqueo oriental al Berlin occidental). Al contrario que en otras ferias, prácticamente no se encuentra nada ‘gratis’, ni un mísero gel de regalo, y casi todo muy caro (los que fuimos el Jueves tuvimos la suerte de poder tomas una cerveza gratis, pero solo ocurrió el Jueves). La bolsa del corredor, único punto negro del Maratón, miserable. La camiseta conmemorativa se vendía aparte al “módico” precio de 25 euros (al día siguiente de la maratón, 20 euros por internet). Los accesos al punto de salida, perfectamente indicados. Guardarropa, servicios,… todo perfecto (en las cabinas portátiles había hasta agua caliente y jabón). La llegada impecable, avituallamientos generosos, ninguna cola en el guardarropa. Vamos, lo que se espera de una organización “alemana”. A los corrales de salida (perfectamente dimensionados) se accede a través del Tiergarden, por lo que muchos corredores con urgencias de distinto tipo pudieron aliviarlas en plena naturaleza. Durante la carrera se ofrecía, además del preceptivo servicio médico, fisioterapeutas en varios puntos. Se podía encontrar en los avituallamientos, además de agua y bebidas isotónicas, geles, frutas variadas,.. Lo único negativo es que la bebida se entregaba en vasos de plástico, difíciles de gestionar corriendo (los de papel son mejores para esto) y eso hacía que casi todo el mundo perdiera bastantes segundos bebiendo, especialmente por culpa de los muchos corredores novatos que se quedaban parados en mitad de la zona de avituallamiento.

PARTICIPACIÓN

La participación es multitudinaria, tanto en corredores como en público. El público alemán anima relativamente poco, considerando la cantidad de personas que siguen la carrera, pero como entre los alemanes hay muchos turistas de muchos sitios, estos normalmente tienen alguien a quien animar y hace que se oigan gritos de ánimo casi de continuo. En algunas zonas, cerca de paradas de metro o lugares emblemáticos es emocionante. Los casi cinco mil daneses que corrían se llevaron consigo miles de animadores que realmente estimularon la carrera (junto con Mexicanos, Italianos, Españoles,…). Como en casi todas las carreras grandes, muchos corredores disfrazados daban aún más color a la Maratón. Y quizás una de las cosas más distintivas: más de una banda de música por kilómetro. Bandas que también te acompañan todo el camino. Algunas de ellas, realmente excepcionales.

RECORRIDO

Todo el que habla del recorrido de esta Maratón, coincide en que es un recorrido “rápido”. Y de ello dan constancia los records aquí batidos, incluyendo mejores marcas personales de mucha gente. Desde el punto de vista del corredor, se tiene cierta sensación de que siempre se va en ligera pendiente hacia abajo. Es una sensación, porque de hecho hay subidas y bajadas, pero las subidas no se notan y las bajadas se agradecen. La carrera no tiene rectas infinitas y transcurre por muchos lugares arbolados, donde el sol no llega con facilidad al asfalto y como ya he mencionado, hay mucho público durante todo el recorrido. Además pasa por algunos puntos realmente bonitos. El resultado es que es un recorrido casi perfecto. Además, en casi ningún sitio hay cuellos de botella, por lo que se puede correr bien casi desde el principio hasta el final, pese a la gran cantidad de corredores. El comienzo y el final en la zona más emblemática de la ciudad y rodeados por el Tiergarden, realmente espectacular.

MI MARATÓN


Llegué a la zona de salida, en tren, algo más de hora y madia antes de la salida. Desde el tren, amaneciendo, hay un buen paseo hasta llegar a la zona exclusiva de los corredores. Allí aproveché una de las tiendas habilitadas como vestuario para organizar mis cosas (qué me dejo, qué me quito). Finamente opté por dejarme una camiseta de algodón debajo de la camiseta técnica de tiras, la gorra, gafas de sol. Para aguantar el fresco de la mañana me coloqué un chubasquero de chino y encima un plástico de los que regalaba la organización. En todo el recinto, muchos voluntarios bastante bien señalizado todo. Después de deambular un rato por la zona y estudiar donde estaba todo. Me dirigí con tranquilidad al corral que tenía asignado, para lo que tuve que hacer un buen recorrido a pié cruzando el Tiergarden. Varias paradas técnicas, fotógrafos oficiales recogiéndolo todo y todo el mundo nervioso y expresando esos nervios de distinta manera. AL estar solo y sobrado de tiempo, contemplando a los demás y las distintas maneras de afrontar la espera yo me concentro y entretengo. Grupos con bromas nerviosas, compañeros con amistad infinita, solitarios encerrados en su concha, amigos departiendo con tranquilidad. También resulta gracioso contemplar las distintas indumentarias con las que la gente afronta ese tiempo de frío: mantas, monos, disfraces,… Siempre hay alguno que ya viene desde el tren con el pantalón y camiseta con el que van a correr y que da frió solo verlos.

Ya en el corral, la ansiedad se va apoderando de casi todos, según se va acercando la hora de salir. Por megafonía van anunciando cosas (en alemán y a veces en inglés). Gente que trata de calentar dando saltitos, estiramientos,… Poco a poco se va llenando y hay un momento donde apenas te puede mover. Empezamos a quitarnos los plásticos y la ropa de abrigo. El speaker presenta a las figuras que trescientos metros más adelante van a tomar la salida (entre ellos los dos poseedores del record del mundo masculino –Gebre- y femenino –la Radclift-). La imagen es impresionante. A nuestra espalda la Puerta de Brandenburgo, a los lados el Tiergarden y enfrente la Columna de la Victoria. Cuando suena el pistoletazo de salida una enorme bola de globos rojos se suelta y comienzan a subir hacia el cielo. Por la megafonía suena Syrius de Alan ParsonS (intro de Eye in the Sky). Muy, muy emocionante.
Comencé a correr a un ritmo algo más lento del que luego adoptaría durante toda la carrera, por culpa de la multitud, pero después de un par de kilómetros empecé a correr muy ‘a gusto’. Era el día, tenía buenas sensaciones e iba a poder explotar el duro entrenamiento a lo largo de todo el verano. Desde el comienzo, ese recorrido tan favorable para el corredor te lleva en volandas, junto con el público que acompaña durante toda la carrera y desde el primer kilómetro (¿Cuándo veremos algo parecido en Madrid?). La carrera pasa por algunos lugares emblemáticos de la ciudad, pero también por muchos parques y zonas arboladas que hacen que el calor se note menos. Amaneció un día más caluroso de lo normal para Berlín en esta época, pero yo estoy acostumbrado a correr con mucho más calor, por lo que el calor no fue un problema para mí. Aun así, me tuve que desprender de la camiseta de algodón, empapada, a los pocos kilómetros.

Los avituallamientos eran muy completos, pero en todos se perdía algo de tiempo a causa de las paradas de muchos novatos y del sistema con vasos de plástico. Estoy seguro que esto hace la carrera algo menos rápido de lo que al final resulta. Cuando acabas una maratón pronto olvidas lo que sufres, pero creo que no viví el muro en la ciudad que un día fue la ciudad del muro. Claro que sufrí, porque al final, después de 30 o 35 km ya no te quedan reservas y vas tirando sobre todo de voluntad. Pero fui capaz de mantener mi ritmo hasta el final (hice el último kilómetros a un ritmo de casi medio minuto más rápido que los primeros). Viví con intensidad cada kilómetro de esta carrera, compartiendo recorrido con muchos personajes singulares, algunos disfrazados. Corrí bastantes kilómetros junto a un corredor descalzo disfrazado de payaso que iba levantando el clamor del público. Miles de daneses con miles de animadores muy ruidosos. La animación española se empezó a sentir sobre todo a partir de la mitad de la carrera. La Maratón era la fiesta de la ciudad.
Viví un pequeño punto negro: en el km 35 unos individuos con peto que muchos entendimos pertenecían a la organización, nos desviaron a muchos corredores por un vial paralelo al principal de la carrera. Unos metros más adelante, se volvía a concurrir con el resto de corredores, pero habiéndonos saltado el control por chip del km 35. Cuando fui consciente de ello, incluso llegué a pensar en volver para pasar la alfombrilla, pero correr contracorriente con lo que ya llevaba en las piernas era una locura. Durante muchos minutos, en mi cabeza rondó la palabra ‘descalificación’ que estuvo como una sombra inquietándome hasta que al día siguiente vi la clasificación por internet. Pero acabé tan bien, que nada podía amargarme esta carrera. Pasé por la línea de meta más de cinco minutos más rápido que mi mejor maratón hasta el momento (Nueva York, 2010). Efectivamente había sido mi día y las sensaciones no engañaban. Más de dos horas antes, Patrick Makau, keniata, batía el record del mundo. Un privilegio haber compartido el mismo asfalto.
Como siempre, al llegar recibes el cariño de los voluntarios, te cuelgan la medalla, te abrigan, y vas pasando por distintos puestos donde hay abundante agua, isotónicas, frutas de varios tipos, bolsa con más comida,… Pese a que todo parecía abundante, no vi a un solo corredor protagonizar el más que bochornoso espectáculo típico de nuestras carreras (en España), de corredores cutres que acaparan todo lo que pueden pillar, a sabiendas que van a dejar a alguno sin aquello que le corresponde por derecho. Mucha gente y muy civilizada.


En la llegada había también duchas, y hacia allí me dirigí después de estirar un poco (la verdad que muy poco). Las duchas, aunque esté feo decirlo por el sitio donde estábamos, me recordaron las duchas de… bueno, no voy a decirlo. Digamos que eran mucho más masificadas que las que viví durante el servicio militar. Cientos de personas apelotonados como dios nos trajo al mundo en unas tiendas de campaña tipo militar, para acceder a una última tienda donde desde una tubería que pasaba por el techo caían chorritos de agua caliente. MI aspecto de tal guisa era un poco lamentable después de la maratón, pero lo mismo podían pensar todos los que allí compartíamos desnudez. Aun así, el nivel de civilización que allí se vivía, permitió que la operación se realizara con cierta rapidez. En mi mente de español, el hecho de dejar mi mochila y bolsa con las zapatillas, la medalla, dorsal, gps, móvil, etc., sin ningún tipo de vigilancia mientras iba al chorro de agua caliente, me produjo un cierto desasosiego, pero todo el mundo lo hacía y al volver allí estaba todo. De allí salí con un pantaloncito corto de correr, una camiseta limpia de algodón y andando sobre unas chanclas, como si volviera de la playa, tan feliz (con mi medalla al cuello). Y atravesado una explanada de césped justo detrás del famoso edificio del parlamento, me dirigí a encontrarme con mi mujer, Ana, en el punto de encuentro con los familiares, muy cerca de la Puerta de Brandenburgo.
Quiero dedicar las últimas líneas a mi mujer, Ana, incondicional, paciente y siempre apoyándome. Y cómo no, a Santi (Crusti) y Andrés (Mechas), con los que compartí cenas, nervios e ilusiones. Y Javi (super 7) al que por fín conozco en persona (¡y que me ha roto todos los esquemas de cómo pensaba que era!, por supuesto mejorando esa imagen).

sábado, 3 de septiembre de 2011

Historias de la maratón: el prepotente.

Hece un par de años tuve la ocasión y el privilegio de correr una maratón como si fuera un corredor de élite. Fui al mismo hotel que los maratonianos de élite, puede compartir comidas y charletas de colega con ellos, recoger el dorsal por la vía ‘vip’ en la feria del corredor, tomar la salida en la zona reservada a la élite y llegar desde el hotel y volver al hotel en un autobús especial,… Todo esto es difícil vivirlo siendo corredor popular y yo tuve la suerte de vivirlo y conocer, en primera fila, cómo son estas personas a las que llamamos corredores de élite.

En las mismas condiciones que yo, estaba invitado un político de bajo nivel, pero del que podían depender ciertas subvenciones, que iba a enfrentarse a su primera maratón después de haber corrido varias “medias” y acompañado por un entrenador personal (uno de sus jefes de sección). Este hombre, no se mezcló en ningún momento con los corredores de élite, algo que yo no podía entender. Los corredores populares de maratón, sentimos verdadera adoración por esos “extraterrestres” capaces de correr más de 42 kilómetros a ritmos cercanos a 3 minutos el km. En los pocos días que duró la experiencia no le vi ni siquiera hablar con ninguno de ellos.

La tarde anterior a la maratón, los invitados “no corredores profesionales” salimos a dar un paseo por la ciudad. Este hombre no se preocupaba, pese a ir con su entrenador, ni de hidratarse ni de cuidar las piernas en una caminata quizás algo exigente. Yo le pregunté en un par de ocasiones si no necesitaba beber y cuando aprecié su mirada de desdén desistí de insistir. A una hora determinada yo me retiré a descansar al hotel. Antes de irme le comenté ¿no te estás dando mucha paliza antes de la Maratón? Su respuesta también desdeñosa es que no iba a dejar el paseo y que iba a cenar un buen pescado en el centro de la ciudad. Yo le recomendé pasta pero imagino que no hizo caso (¿qué pensaría su supuesto entrenador?).

El hotel donde estábamos, de forma excepcional y gracias a los corredores de élite, nos permitió desayunar a las 6 de la mañana (tres horas antes de la salida). Tuve la suerte de compartir desayuno con el que luego fue ganador de la carrera, y no solo compartí desayuno, sino anécdotas, experiencias, sentimientos. Un auténtico privilegio. El político, no apareció por allí. Más tarde, cuando le vi en la salida me dijo que él no desayunaba antes de una carrera. “Pero una maratón no es una carrera cualquiera” creo que le dije.

En la salida me lo volví a encontrar. Equipamiento deportivo de última generación, mallas largas (hacía algo de fresco, pero ¿una maratón entera con malla larga?), camiseta técnica y cortavientos impermeable (lloviznaba suavemente y luego llovió durante la carrera). Ipod, cronómetro,… Vamo lo que llamamos un corredor “fashion” con todos los detalles. Allí estaba también su entrenador personal, terminando de arreglar con la organización, ¡que le pusieran una moto o una bici para seguir a su jefe! Pues sí, el señorito empezó la maratón con una moto detrás donde su entrenador supuestamente le iba a controlar el ritmo y avituallarle de lo que precisara. “Desde luego, así se puede correr una maratón”, pensé. Yo he visto correr una maratón a un primer ministro en activo de otro país sin nada de esto, como un popular más.

Al salir yo empecé a correr a mi ritmo para intentar bajar mi mejor marca, y cuando llevaba dos kilómetros, me pasó el individuo a toda pastilla mucho más rápido de lo que la prudencia recomienda en un primer maratón. Yo corría con otro español que conocí y recuerdo que comenté: “Mira, uno que va a petar tarde o temprano”. Y claro, el Maratón no perdona a quienes no le respetan. Después del km 22, allí estaba a un lado de la cuneta el prohombre en posición de potar junto a su “personal trainer” y la moto. Por lo visto intentó seguir y hacia el 25 lo dejó definitivamente y la moto le devolvió a la salida (no sé si el motorista volvió a recoger al entrenador).

Yo llegué a la meta un minuto por encima de 3h 30 minutos, mi mejor marca en maratón hasta ese momento. Mi sorpresa fue que el autobús con toda la élite, el prohombre y su entrenador personal estaban esperándome para volver al hotel. Todos me felicitaron y casi aclamaron al comentarles, tímidamente y casi con vergüenza, mi tiempo. Yo alucinaba con que gente que corre en menos de 2-30 me felicitara de aquella manera. En maratón no hay adversarios, sino compañeros y uno lucha contra uno mismo y contra la maratón y todos (casi todos) allí, entendían lo que es hacer una mejor marca personal. Según avancé por el pasillo noté los ojos cargados de envidia de alguien. Alguien que comentó a su vecino de autobús: “pero yo he batido mi mejor marca de media maratón”. Curiosamente unos meses después leí una entrevista que le hacían donde presumía de haber acabado una maratón, desde luego no esta. Ya se sabe que hay más tontos que botellines.

Maratones que he corrido

  • Maratón de Madrid: 2004 (3h 58m), 2005(3h 56m 42s), 2006(4h 15m 34s), 2007 (4h 06m 49s), 2009 (3h 40m 20s), 2012 (3h 19m 36s), 2013 (3h 13m 59s), 2014 (3h 40m 58s), 2015 (3h 19m 33s), 2017 (3h 58m 12s), 2018 (3h 45m 4s), 2019 (4h 6m), 2021 (4h 11m 56s), 2022 (4h 8m), 2023 (4h 11m 51s)
  • Maratón de Donosti: 2007 (4h 4m 52s), 2017 (3h 38m 40s)
  • Maratón de Toral de los Vados: 2008 (4h 11 m 16s)
  • Maratón de Marrakech: 2009 (3h 58m 4s)
  • Maratón de Oporto: 2009 (3h 30m 34s)
  • Maratón de Zaragoza: 2009 (3h 56m 32s)
  • Maratón de Sevilla: 2010 (3h 47m 27s), 2019 (3h 50m 13s)
  • Maratón de Boston: 2010 (3h 29m)
  • Maratón de Nueva York: 2010 (3h 28m 38s), 2019 (3h 55m 38s)
  • Maratón de Málaga: 2010 (3h 52m 16s)
  • Maratón de París: 2011 (3h 29m 43s)
  • Maratón de Berlín: 2011 (3h 23m 28s), 2022 (4h 5m 40s)
  • Maratón de Castellón: 2011 (3h 20m 14s)
  • Maratón Misteriosa (Tres Casas, Segovia), 2013 (3h 54m)
  • Maratón de Chicago: 2013 (3h 25m 37s)
  • Maratón de Londres: 2014 (3h 27m 58s), 2016 (4h 1m 18s)
  • Maratón de Amsterdam: 2014 (3h 28m 6s)
  • Maratón de Lisboa: 2015 (3h 34m 56s)
  • Maratón de Valencia: 2016 (3h 40m 32s)
  • Maratón de Tokio: 2017 (3h 39m 38s)
  • Maratón nocturna de Bilbao: 2018 (3h 44m 32s)
  • Maratón de Valdebebas: 2020 (4h 01m 49s), 2021 (4h 20 min.)
  • Maratón de Polvoranca: 2021 (4h 39m 25s)

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