Posiblemente, salvo por
aquellos que la han corrido, sea muy poco conocido algo que hace que la maratón
de NY sea aún más dura que el resto de las maratones (incluyendo el resto de
Majors). Y es que antes de la maratón, hay que pasar por otra pequeña
“maratón”. La salida está en Staten Island junto al Puente de Verrazano, y la
organización recomienda estar en el Fort Wadsworth, junto al puente, al menos
tres horas antes de que empiece la carrera. Si tenemos en cuenta que para
llegar allí hay que hacerlo a través de los medios que pone a tu disposición la
organización de la carrera, eso significa que te tendrás que poner en marcha,
por lo menos 4 horas y media o cinco antes de la carrera (dependiendo del lugar
donde estés pernoctando en Nueva York o New Jersey). Los dos medios más
utilizados para llegar hasta allí, puestos a disposición por la organización
son, el Ferry de Staten Island (en el sur de Manhattan) y autobuses que salen
desde la Biblioteca Pública de Nueva York (en el centro de Manhattan). Voy a
relatar un esquema de tiempos real (el que tuve que realizar en mis dos
participaciones, en los que, en ambos casos, tenía la salida en la primera
oleada a las 9h 40 minutos de la mañana).
En mi primera participación
(en el 2010) opté por el Ferry de Staten Island. Aquel año yo pernoctaba en
Harlem, por lo que necesitaba de más de media hora para llegar a Battery Park,
lugar desde el que sale el ferry. La organización me asignó un ferry a las 5h
30 minutos, por lo que echen cuentas… Para asegurarme estar allí a esa hora, me
tuve que levantar cerca de las 4.30 (más de cinco horas antes de la carrera).
En mi última participación, este año 2019, opté por los autobuses. También me
asignaron uno a las 5.30, por lo que, aunque mi hotel estaba a 20 minutos
andando, el madrugón (en este caso a las 4.40) no me lo quitó nadie. Tanto la
combinación ferry+autobús, como autobús, te dejan en el Fort Wasdworth a eso de
las 6h 30 minutos de la mañana. Lo mejor de esto son las vistas que se pueden
disfrutar tanto desde el ferry como desde los autobuses, a esas horas de la
mañana.
Allí te esperan unas fuertes
medidas de seguridad para entrar en el recinto (donde solo pueden entrar
corredores y voluntarios). Lo cierto es que la organización, con miles de
voluntarios y con ayuda de la policía metropolitana, lo hacen todo rápido y hay
pocas colas, y en unos minutos estás dentro. A esa hora, en Staten Island, hace
frío. Hace mucho frío. Lo primero que hace la mayoría de la gente, es buscar un
“buen lugar” para montar un mini-campamento de espera. Allí vas a pasar un buen
rato, e interesa que el lugar esté algo resguardado del aire y que la sensación
térmica no sea aun peor. A medida que pasa el tiempo, los buenos lugares
escasean, y se pelea por un trozo libre de césped o de suelo. Si vas
acompañado, tienes la ventaja de que mientras alguien “cuida” de tus cosas,
puedes explorar y ver todo lo que allí se te ofrece. Si vas solo, tienes que
optar por explorar y luego aposentarte o al revés. Porqué por allí tienes
varias cosas que descubrir.
El Fort, está dividido en
tres “ciudades”, una para cada uno de los colores de las tres “corrientes” en
las que está organizada la maratón: azul, verde y naranja. Y cada zona, tiene
replicado en su interior, las mismas “atracciones”. En cada zona hay una carpa
para corredores VIP, en cuyo interior, supongo, tendrán de todo lo que los
populares tenemos fuera, y algo más. Fuera hay tres cosas importantes de
controlar: 1) el lugar donde están los furgones donde hay que dejar la bolsa
con la ropa; 2) el lugar donde están los corrales de salida, y 3) el lugar
donde están los urinarios (porque con el frío que hace, seguro que lo vas a
necesitar más de una vez). Además, hay distintas zonas donde se ofrecen
distintos productos, de forma temática (si quieres de todo, tienes que darte
una vuelta por los distintos lugares): agua, isotónicos, productos energéticos,
plátanos, bagels, café y té caliente, … En un puesto ofrecían gorros de felpa
para el frío. Todo patrocinado por las marcas respectivas.
Como hace mucho frío, mucha
gente se acurruca en algún lugar cubierto de ropa de abrigo (desde mantas hasta
sacos de dormir, pasando por material de ski de segunda mano, edredones,
chaquetones viejos, … la imaginación al poder) a la espera de que lleguen los
distintos “deadlines”. Hay algunos novatos que no han valorado bién la
combinación tiempo de espera/frío, y lo pasan muy mal. No sobra ninguna ropa de
abrigo, y lo mejor es hacerse con prendas viejas o de segunda mano que luego se
pueda abandonar.
El primero de los
“deadlines” es la hora a la que hay que dejar la ropa en el furgón que la va a
llevar hasta la meta. En el caso de la primera oleada (9h 40 min.), el tiempo
límite es las 8h 10m. A partir de ese momento, toda la ropa que te quedes,
salvo la que lleves para correr, la tendrás que “donar” en los contenedores
preparados al efecto. Te queda más de hora y media de mucho frío por delante.
El segundo “deadline” es la hora de cierre de tu corral; en mi caso las 9h 20
min, media hora antes de la salida. Dentro del corral hay urinarios y
contenedores para ropa. 15 minutos antes de la salida, se quitan los límites
entre corrales y la gente se mueve hacia la línea de salida mezclándose todo el
mundo. Antes de ese momento, la mayoría de la gente, se queda con la ropa que
va a correr. Luego en la mismísima línea de salida, aun se tiran camisetas y
sudaderas sobrantes.
Vivir esa espera, es también
una gran experiencia. Miles de personas, concentradas en un mismo lugar,
compartiendo el mismo sueño de correr la maratón más famosa del mundo, junto al
mítico puente de Verrazano, es una experiencia que merece la pena vivir. A poco
que uno se pare a observar a su alrededor, disfrutará de miles de pequeños
detalles que te harán solidario con todas esas personas que comparten contigo
esa experiencia casi mística. Personas que han venido de todas las partes del
mundo, que hablan todas las lenguas. Frio, nervios, emoción, excitación, miedo,
dudas. A la incertidumbre que provoca enfrentarse a cualquier maratón, se añade
el hecho de que esta es “la maratón”, la más famosa, la que todos quieren
correr. Y tú eres un privilegiado que estás allí en ese momento. Aunque la
ansiedad gobierna muchos de los corazones que allí palpitan, y el frío te hace
desear que el tiempo pase rápidamente, sabes que ese momento, el de los minutos
previos a la gran maratón, es quizás el mejor momento del día, antes de que
empiece todo. Merece la pena saborear cada instante, fotografiar con la memoria
cada detalle, para que cuando todo haya pasado, y pasa muy rápido, te lleves en
la mochila de la vida toda esa experiencia.
Cuando se da la salida, a
las 9h 40 minutos, la mayoría de los que allí estamos, llevamos más de cinco
horas levantados. Llegó el momento. Ya nos agolpamos hasta, prácticamente, la
misma línea de salida. Aún quedan algunos minutos. Se hacen las presentaciones
de las estrellas que van a correr. Se canta el himno del EEUU a capela. Se hace
un silencio sepulcral. Suena un cañonazo y la aventura comienza. El sol ya
empieza a coger altura y empieza a regalarnos destellos de calor. Y la cálida
voz del neoyorkino nacido en New Jersey, posiblemente el más famoso “newyorker”,
nos invita a conquistar la ciudad y nos lanza al puente de Verrazano: “I want
to be a part of it, New York, New York”. Millones de personas de todo el mundo
están viendo ese momento por televisión y, posiblemente muchos familiares y
amigos que saben que estás allí, que eres uno de esos puntitos de color, tienen
un pensamiento de ánimo. No es fácil llegar hasta allí y ahora toca correr.