El sábado 20 de Octubre de 2018, estaba en la línea de
salida de la Bilbao "nigth Marathon". Con mucha ilusión, porque después de
algunos avatares, había conseguido enlazar unas buenas semanas de entrenamiento
(nunca suficientes) que me daban cierto optimismo. Optimismo reforzado por un
fin de semana en Bilbao prodigioso: la ciudad no puede estar más bonita, más
radiante. Y en los cajones de salida disfrutamos la espera (mi amigo Alfonso y
yo) con un bonito show de un grupo de rock, fuegos artificiales, buena
animación. Hasta ese momento, casi todo había ido bien, incluyendo una más que
digna feria del corredor.
"Multitudinaria" llegada de la maratón |
Pero desde que empezó la carrera, todo fue a peor. Los
supuestos cajones de salida, no garantizaron una mínima fluidez en el recorrido.
Durante muchos kilómetros, muchos más que en ninguna cerrera de estas
características que haya corrido, no se podía correr a ritmo, cuando no había
casi que pararse. Obviamente los cajones
no estaban bien configurados, porque muchos minutos después de salir uno se
encontraba con corredores que iban a ritmo mucho más lento del que se les
debiera suponer por la posición en la que corrían. Esto se agravaba con súbitos
estrechamientos en la calzada, o en zonas de calzada con coches aparcados a ambos
lados que apenas dejaban espacio para correr. Imposible coger el ritmo.
Está claro que muchos organizadores de carreras “de maratón”
buscan una foto de salida multitudinaria, para lo cual mezclan miles de
pseudo-corredores de 10k y media maratón, con maratonianos de verdad. No había
más que ver las caras que te rodeaban en el cajón de salida. Junto a las caras
de preocupación de los maratonianos, la cara de fiesta de los que iban a
corretear con alegría por Bilbao. La foto es muy bonita, pero lo que implica es
una falta de respeto total a los que debieran ser los protagonistas de algo que
se llama “maratón de Bilbao”: los maratonianos. Desgraciadamente no solo pasa
en Bilbao (también es sangrante, por ejemplo, en Madrid). Esto de arreglaba con
salidas diferenciadas para el 10k-21k y maratón, pero entonces primaría el
respeto a la maratón, frente a la publicidad de los organizadores.
Al desastre del mal diseño del recorrido, que impide correr
apropiadamente, prácticamente no existen puntos de control (incluyendo la
salida, lo que hace que no exista registro del tiempo neto). En todo el
recorrido, apenas 4 (o cinco?) lugares de control, por lo que, además de no poder
tener una buena estadística de ritmos al final de la carrera, hacía imposible
el seguimiento de atletas a través de la app del maratón. Los que corrimos
maratón, no tuvimos control oficial en el 10 k, ni en la media maratón.
Impresionante chapuza. Un “tracking” sin puntos de referencia, no sirve para
nada. Otro suspenso.
Pero aquí no acaba la cosa. EL final del 10k y de la media
maratón, coincidió “físicamente” con el trazado de maratón. Imaginen un
corredor de 10 k esprintando en sus últimos 300 metros junto a un maratoniano
que corre la primera cuarta parte de carrera. Vamos, un peligro para la
integridad de muchos.
El recorrido, junto a partes bonitas de la ciudad, tenía kms
y kms de recorrido que los maratonianos llamamos “pestoso”, incluyendo
solitarios barrios. Si además tenemos en cuenta que por algunos sitios se
pasaba ¡hasta ocho veces!, uno puede imaginar la soledad que se experimentaba
en esa supuesta segunda vuelta de los maratonianos. Segunda vuelta totalmente
desmotivadora. Los que acabamos la maratón fuimos menos de 600 (recordemos la
foto de la salida con miles de enfervorecidos “atletitas”). Una segunda vuelta
donde casi siempre se corría solo, sin público, en alguna zona oscura y por
alguna zona aguantando los ánimos en tono de mofa de algunos borrachos que
estaban poteando en la zona vieja. La llegada, bastante desoladora.
Y después de llegar un peregrinaje de más de 20 minutos
hasta la zona de ropero, sin ninguna indicación. Vamos, genial.
Lo siento, pero no. La experiencia, no se la recomiendo a
nadie. Y eso que en el terreno personal, fue una buena maratón, en la que hice
un tiempo digno y acorde con lo que había entrenado, pese a la asfixiante
humedad. Una pena que, una vez más, se utilice el reclamo de la palabra
“maratón” para ganar dinero sin el más mínimo respeto por los maratonianos.
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