No sé si este es el apelativo de esta ciudad, pero es una
ciudad realmente hermosa. Llevaba años queriendo visitar Estocolmo (he estado
en Suecia muchas veces, en Helsimborg, Goteborg,… ) pero nunca se había dado la
ocasión. Dicen que es la Venecia del
norte, pero en mi opinión son dos
ciudades que no se pueden comparar, y en muchos aspectos Estocolmo es aún más bonita que
Venecia. Especialmente si se tiene la
suerte que hemos tenido durante el fin de semana (mi mujer, mi hijo Mario y yo)
con los dos días más soleados y
calurosos del año. Mucha luz y sol, es la mejor combinación para disfrutar de
esta ciudad. Estocolmo está imbricado por agua por todos lados. No son canales
como en Venecia, son brazos de mar o de lago que hacen que a poco que se ande
en una dirección u otra nos encontremos con abundante agua. El agua generosa, limpia,
le da alegría a la ciudad. Pero además
tiene una arquitectura noble y majestuosa, al estilo de otras capitales
europeas y numerosos edificios señalados (como el palacio real, el
ayuntamiento, teatros, museos,…). En dos días solo pudimos visitar alguno de
estos lugares emblemáticos, como la ciudad vieja, que permite adivinar un pasado
medieval; el ayuntamiento, donde se celebra la cena y el baile de celebración
de los premios Nobel; el señero museo Vasa, donde se conserva el mayor galerón
de guerra del SXVII ( y que se hundió sin salir de la ciudad hace más de
trescientos años, sin llegar a navegar). Y pasear por sus bonitas calles. Y en
mi caso, correr por alguno de sus senderos.
Estocolmo tiene muchísimos senderos para poder correr sin
repetir, no solo por la ciudad en su vertiente urbana, donde al haber carriles
bici se hace sencillo devorar kilómetros. En todas sus islas y sus riveras hay
senderos para correr o pedalear. Senderos, a veces, de tierra y verde. Incluso,
en sus enormes zonas verdes, en medo de la naturaleza. Un auténtico lujo. Y en
un país con cultura de correr, donde te cruzas por todos lados con otros
corredores (y sobre todo corredoras, en número muy superior a lo que se ve en
España).

PS: Al día siguiente, temprano, volví a salir para
despedirme de las calles de Estocolmo. Y volví al estadio olímpico. La puerta
seguía abierta y esta vez, completé mis tres vueltas, totalmente solo, con todo
el estadio para mí, por la calle 1.