La Maratón de
Boston no es una maratón cualquiera. Hay muchas circunstancias que la hacen especial.
Es la maratón popular más antigua del mundo, la maratón moderna pionera (se
corre desde 1897). Es la única de las grandes maratones que se corren ‘en
línea’, lo que imposibilita que se puedan batir records homologados. Es una de
las maratones con mayor participación femenina (normalmente más de un 40%). Se
corre en lunes, el día de los Patriotas (el tercer lunes de Abril de todos los
años), día donde se conmemoran algunas batallas de la guerra de la
independencia. Es, creo, la primera
maratón que impuso para participar tiempos de cualificación, por lo que no es
sencillo poder correrla. Boston es, en definitiva, una gran carrera por muchos
motivos, lo que hizo que fuera incluida desde el principio en las Marathon
Majors (hoy son seis maratones en el mundo con esta categoría, además de
Boston, Nueva York, Chicago, Londres, Berlín y Tokio).
Hace tres años
corrí la Maratón de Boston (fue ‘mi primera Major’) y fue una experiencia
única. No solo la Maratón en sí misma, sino todo lo que viví en el entorno de
la Maratón fue inigualable: la organización, los voluntarios, la ciudad volcada
en la carrera. Porque es en Boston donde uno se da cuenta cómo una ciudad se
puede integrar en una carrera, más que la carrera en la ciudad. Allí todo el
mundo vive la Maratón, mucho más que en ningún otro sitio. La Maratón es parte
de Boston, y de los bostonianos. Viven
la maratón como algo muy especial y más de medio millón de personas jalean y
empujan desde el ganador hasta el último en cruzar la meta. En la crónica que escribí a mi vuelta de
Boston, reviví como pude presenciar, más de ocho horas después de empezada la
prueba, a la última persona en cruzar la meta. Era una mujer muy mayor,
anciana. La carrera estaba oficialmente cerrada. Sin cronómetros, sin
voluntarios esperando. Pero la ciudad respetó el circuito y la llegada hasta
que ella cruzó el arco de meta, protegida por un coche de policía y aplaudida
por cientos de personas que aún estaban allí animando.
El atentado de la
Maratón de Boston, no solo ha matado y herido a personas. Estoy convencido de
que la ciudad se siente virtualmente agredida
y todos se sienten víctimas, porque su Maratón, su carrera, ha sido atacada.
Después de haber participado en esa carrera, de donde me traje tantos buenos
recuerdos, tantas buenas sensaciones, yo me siento, para siempre, ciudadano de
Boston. Y este atentado también lo siento contra mí. Hoy más que nunca yo
también soy bostoniano.
3 comentarios:
Qué lindas tus palabras. Hoy todos nos hemos quedado a las puertas de la meta, esperando que no fuera verdad lo que estaba ocurriendo, pero tendremos que seguir corriendo, porque somos maratonianos y no nos rendimos. Un beso grande
Gracias Celina... un beso
Incomprensible, un sin sentido, quiero pensar que esas mentes enfermas no se llegan ni a imaginar el enorme daño que causan en las familias de las victimas y en esta ocasión en la gran familia maratoniana, a la que con mas orgullo que nunca, podemos gritar bien alto que pertenecemos.
Bonito homenaje Jose.
Un abrazo.
Alex
Publicar un comentario