viernes, 17 de mayo de 2013

Maratonianos expoliados. No importa, son africanos.


Se levantaron muy temprano para evitar que ningún retraso les impidiera llegar al aeropuerto de Nairobi a tiempo para coger el avión que les llevaría a algún lugar de Europa y de allí a Londres. Venían juntos desde Eldoret, la meca mundial de los corredores de fondo. Hoy, la meca de los maratonianos. No hay lugar en el mundo que haya producido más campeones en la historia del atletismo.

En el autobús hay pocas bromas. Aunque muchos pertenecen a la élite más selecta, la maratón de Londres es un momento de gran importancia en su temporada. Importante por muchos motivos. Los que van a hacer de liebre, porque se van a embolsar un buen dinero, probablemente su principal ingreso del año. Los que van a competir, porque además del fijo de salida, si alcanzan un puesto arriba de la clasificación, definitivamente habrán hecho el año. Y mucho más. Londres es una Major, Una de las maratones más seguidas del mundo donde si uno hace un buen papel, son muchos los ojos que estarán allí tomando nota.  Además es una maratón donde se pueden dar las condiciones para una buena marca. Una MMP o un record quizás. Todos se juegan mucho en Londres. Por eso el ambiente es un poco tenso, porque todos tienen mucho que perder, y lo de menos es el prestigio.

La mayoría de los maratonianos africanos negros de élite, no ostentan de su poderío atlético. Y menos cuando están entre ellos, donde todos tienen la facultad de correr muchos kilómetros seguidos por debajo de tres minutos. Se miran en silencio con esa mirada profunda que se te clava en lo más hondo del alma. Desde esa mirada se adivinan los sacrificios de los últimos meses. Esos meses doblando entrenamientos. Los más de 250 kilómetros semanales. Las tiradas largas. Las series de calidad. Parte de ese tiempo en el entorno perfecto de Eldoret, en altura y corriendo por sendas de arcilla.

A pocos kilómetros del aeropuerto, se produce un atasco y sin saber cómo ha ocurrido, tres hombres armados entran en el autobús que desvían de la carretera principal. Todos miran con los ojos muy abiertos. “No puede ser”. De forma metódica van expoliándoles uno a uno. Dinero, material deportivo, pasaportes… Todo se va por la borda. Alguno se pone muy nervioso al ver cómo Londres se va por el desagüe y esos desalmados, violentos, la toman con los atletas. Les golpean, les causan lesiones. En unos pocos minutos todo acaba.

Esto ocurrió unos días antes de la pasada Maratón de Londres. He buscado la noticia por internet y no la he encontrado. Ni en la prensa local ni en la prensa internacional. Nada en la prensa europea. Ni radio, ni televisión.

Solo una pregunta: ¿qué hubiera ocurrido si algo parecido le pasa a media docena de futbolistas de la segunda división de futbol de España?